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Pasaia III - Pasaiako udala

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dos “derechas”, es de por sí elocuente el siguiente hecho. No<br />

habían transcurrido muchos días desde el levantamiento<br />

cuando un grupo de rojos quiso asesinar a don Pedro<br />

Lasagabaster, farmacéutico de Pasajes. Avisados los que en<br />

aquel momento estaban en el Batzoki de Ancho, llegaron a<br />

tiempo para impedir el atentado. Entonces las “derechas”,<br />

alarmadas, solicitaron ser admitidos en el Batzoki para su<br />

mejor defensa. Fueron admitidos a fin de defenderse mutuamente<br />

y velar por Pasajes. Elementos destacadísimos de aquellas<br />

“derechas” están ahora consternados al ver que el entonces<br />

presidente del Batzoki ha sido fusilado por los “defensores”<br />

de la religión y del orden.<br />

A mí también me ofrecieron guardias de noche; pero, hasta<br />

los últimos tiempos, no acepté el ofrecimiento por no creerlo<br />

necesario.<br />

El peligro más grande para Pasajes y sus contornos constituían<br />

los depósitos de la “CAMPSA”. A raíz de la toma de Irún, se<br />

procuró llevar a Bilbao, en un barco, toda la gasolina posible;<br />

con todo quedaron 400.000 litros de gasolina y 9 millones de<br />

litros de gas-oil. Los rojos querían prender fuego a los depósitos<br />

para que ardieran los dos Pasajes y se hiciera asfixiante el<br />

aire en San Sebastián, Rentería y aún más lejos (según cálculos<br />

de los ingenieros de la “CAMPSA”). Los nacionalistas se<br />

opusieron a ello, acordonaron el lugar donde estaban los<br />

depósitos y permanecieron firmes día y noche hasta el<br />

momento que aparecieron los requetés.<br />

El día 12 de septiembre, próximamente a las 6 de la tarde, se<br />

dio la orden de retirada, y para las doce de la noche habían<br />

desfilado ya por Pasajes, en dirección a San Sebastián, todos<br />

los milicianos que operaban en Jaizkibel y Gaintxurizketa. Por<br />

precaución se quedaron todavía los nacionalistas custodiando<br />

la “CAMPSA”, y la experiencia demostró cuán acertada era<br />

esta providencia, porque, hasta tres veces vinieron de San<br />

Sebastián los rojos en la madrugada y mañana del día 13 a<br />

incendiar los depósitos de gasolina. La última intentona fue a<br />

las 7 de la mañana. Porfiaron con insistencia; pero, ante la<br />

resistencia de los nacionalistas, se retiraron.<br />

Los requetés hicieron su entrada, próximamente, a las nueve y<br />

media de la mañana y hasta que sus boinas rojas aparecieron<br />

en el alto llamado de los capuchinos, estuvieron firmes los<br />

nacionalistas en sus puestos, con evidente riesgo de ser cogidos<br />

por ellos.<br />

Las primeras palabras que en Pasajes oyeron el difunto<br />

Beorlegui (q.e.p.d.) y el sr. Martínez Anido, fueron de labios<br />

de una señora monárquica, que, adelantándose a darles la<br />

bienvenida, les dijo: “Tengo que declarar que si vivimos, es<br />

gracias a los nacionalistas”. A lo que contestó uno de ellos:<br />

“Ya será vd. parecida a ellos, cuando así habla”. A lo que ella<br />

replicó: “No por cierto, que tengo el marido preso en un barco<br />

en Bilbao”.<br />

En San Sebastián, la noche del 12 al 13 de septiembre, fue<br />

algo espantosa. Asaltos, robos, conatos de incendio. La gente<br />

permaneció sin acostarse, con las luces apagadas, en continuo<br />

sobresalto y oyendo con emoción agradecida las órdenes<br />

que en euzkera se daban los “gudaris” nacionalistas, únicos<br />

defensores de la ciudad amenazada. Estos habían aprendido<br />

en el caso de Irún la suerte que a San Sebastián esperaba.<br />

Quisieron impedirlo, y lo consiguieron, aunque para ello<br />

tuvieron que reñir verdaderas batallas, en las que resultaron<br />

varios muertos. También allí permanecieron firmes hasta el<br />

último momento. Se retiraron cuando los requetés hicieron su<br />

aparición junto al reloj de Ategorrieta, y pudieron éstos ver, al<br />

llegar a la Concha, el último vaporcito que salía de la bahía,<br />

transportando a los “gudaris”. La gente despidió a los nacionalistas,<br />

aplaudiéndoles con entusiasmo desde los balcones.<br />

Lo mismo que en Pasajes, hubo en San Sebastián entre las<br />

“derechas” quienes reconocidos, quisieron hacer algo por<br />

defender a los nacionalistas. Pero ha sido tal el pánico que<br />

han infundido los militares que ahora ya nadie se atreve a<br />

interceder por ellos. Se ha anunciado desde los periódicos<br />

que será considerado como sospechoso todo aquel que hable<br />

bien de los nacionalistas o los defienda.<br />

Este es el ambiente de Guipúzcoa, saturado de odio y de<br />

incomprensión. Personalidades tan destacadas como don José<br />

Mª Barcáiztegui y su compañero de banca sr. Maestre, hállanse<br />

consternados (he hablado con ellos y sin poder acertar con<br />

el medio de poner fin a estas desdichas). Los requetés, los<br />

falangistas y los militares, obran por su cuenta sin freno de<br />

ninguna clase. Decía en la cárcel don Joaquín Bermejo que a<br />

lo que más temía, era al momento de ser libertado; porque, al<br />

parecer, ha habido muchos que han desaparecido sin que<br />

haya recaído orden de fusilamiento sobre ellos.<br />

Así se explica que seamos tantos los que nos hemos visto precisados<br />

a huir al extranjero”.<br />

Azkenik esan genezake erregimen integrista katoliko baten<br />

ezartzeak eragin nabarmena izan zuela herrian. Herriko prentsaren<br />

arabera, erlijio ospakizunak eta antzeko beste ekitaldiak<br />

erotu beharrean egiten ziren.<br />

I 117

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