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Revista ARETÉ – Revista Amazônica - Revistas.uea.edu.br - uea

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<strong>Revista</strong> <strong>ARETÉ</strong> <strong>–</strong> <strong>Revista</strong> <strong>Amazônica</strong> de Ensino de Ciências ISSN: 1984-7505<<strong>br</strong> />

V.2 <strong>–</strong> N.2 - 2008<<strong>br</strong> />

CONCLUSIONES<<strong>br</strong> />

Partiendo de que el conocimiento se construye desde una perspectiva individual y social, los<<strong>br</strong> />

roles de los actores en el aula son redimensionados: por un lado el estudiante se convierte en<<strong>br</strong> />

un constructor de conocimientos a partir de sus ideas previas, que se adquieren no solo en la<<strong>br</strong> />

escuela sino en el contexto social en el que se desarrolla.<<strong>br</strong> />

Por otro lado y ante la imposibilidad de transmitir conocimientos, el maestro se convierte en un<<strong>br</strong> />

facilitador, en un mediador, que proporciona ayuda pedagógica para que el estudiante pueda<<strong>br</strong> />

realizar por si solo, lo que en cierto momento no puede hacer si no es con ayuda de un adulto o<<strong>br</strong> />

de un experto.<<strong>br</strong> />

Pero la clave está en lo que el estudiante aprende bajo la perspectiva constructivista. El<<strong>br</strong> />

conocimiento, en particular el científico, no es un conjunto de teorías que recuperan las<<strong>br</strong> />

propiedades de la naturaleza. La visión constructivista del mundo sostiene que el hom<strong>br</strong>e ha<<strong>br</strong> />

generado una serie de representaciones sociales, que lejos de descu<strong>br</strong>ir al mundo, lo modelan o<<strong>br</strong> />

lo construyen (POZO y GÓMEZ, 2000).<<strong>br</strong> />

Esto lleva a una imagen diferente de lo que es ciencia y del quehacer científico, una imagen en<<strong>br</strong> />

donde no hay verdades acabadas, sino la búsqueda de procedimientos y modelos que den<<strong>br</strong> />

respuesta cada día de manera más funcional a los problemas que enfrentamos como seres<<strong>br</strong> />

humanos.<<strong>br</strong> />

Asumir esta concepción podría cambiar las dinámicas de las aulas: Partiendo del respeto por las<<strong>br</strong> />

construcciones iniciales de los estudiantes, el docente podría idear estrategias que permitan<<strong>br</strong> />

confrontar dichas construcciones con las de sus compañeros y compararlas con las explicaciones<<strong>br</strong> />

socialmente validadas, compartiendo significados que le permitan moverse funcionalmente en<<strong>br</strong> />

diversos contextos.<<strong>br</strong> />

Si trasladamos este procedimiento fuera de la escuela y entendemos que cada individuo tiene<<strong>br</strong> />

diferentes representaciones y significados (que no forzosamente coinciden con las personales),<<strong>br</strong> />

que en el fondo tienen para cada quien la misma validez, y respetamos de principio la<<strong>br</strong> />

característica que tiene el construir conocimientos y representaciones; estaremos en<<strong>br</strong> />

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