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Claves - UGT Andalucía

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en el artículo 44 de la Constitución española, al<br />

señalar que “Los poderes públicos promoverán<br />

y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos<br />

tienen derecho” En <strong>Andalucía</strong>, el acceso a la<br />

cultura es un derecho ciudadano y un deber<br />

público, recogido también en el Artículo 33<br />

del Estatuto de Autonomía para <strong>Andalucía</strong>,<br />

en el cual se afirma que “Todas las personas<br />

tienen derecho, en condiciones de igualdad, al<br />

acceso a la cultura, al disfrute de los bienes<br />

patrimoniales, artísticos y paisajísticos de<br />

<strong>Andalucía</strong>, al desarrollo de sus capacidades<br />

creativas individuales y colectivas, así como el<br />

deber de respetar y preservar el patrimonio<br />

cultural andaluz”<br />

La construcción de este discurso es asombrosa<br />

por incoherente Porque tirar por tierra la<br />

definición que Taylor elaboró sobre el concepto de<br />

cultura para luego “rebatirlo” con el de patrimonio<br />

cultural es como mezclar las churras con las<br />

merinas Patrimonio cultural es una cosa y<br />

cultura otra, bien distinta Cultura, desde el punto<br />

de vista antropológico, que es el que se emplea<br />

en ciencias sociales, y más concretamente en<br />

comunicación, sigue siendo lo que afirmó Taylor<br />

y, en nuestros días, el reto llega cuando esa<br />

definición se relaciona con la comunicación como<br />

industria cultural Entonces aparece el dilema<br />

de adónde va culturalmente Europa, España y<br />

<strong>Andalucía</strong>, si poseen personalidad cultural propia<br />

o cada vez se adaptan y se contagian más de<br />

la que llega de otras latitudes, especialmente de<br />

los Estados Unidos Porque el patrimonio cultural<br />

está fuera de los seres humanos y la cultura está<br />

dentro, en sus mentes, y alguien la coloca ahí, bien<br />

los propios ciudadanos, bien las estructuras de<br />

poder ¿Cómo interrelacionar todos los factores<br />

que se acaban de citar: cultura, patrimonio<br />

cultural, industrias culturales, más el que subyace<br />

a todos, el que hace posible que la cultura sea un<br />

sistema de valores social, el mensaje?<br />

La metodología que conecta tales factores es la<br />

llamada Economía Política de la Comunicación,<br />

la Información y la Cultura, que encierra una<br />

serie de conceptos La cultura se convierte<br />

en una industria, o sea, en una actividad<br />

económica, que conlleva una dinámica de<br />

reflexiones socio<br />

laborales de la<br />

<strong>UGT</strong> <strong>Andalucía</strong><br />

estudio y emisión de mensajes por medio de<br />

estrategias informativas que luego comprueban<br />

sus efectos en los públicos (comunicación<br />

como factor de estudio de la relación receptoremisor<br />

y al revés) Todo lo anterior no es nuevo,<br />

como se sabe de sobra La expresión Economía<br />

Política nos llega desde el siglo XIX o, mejor<br />

dicho, se consagra en ese siglo porque ya<br />

estaba ahí antes En cuanto a la de industria<br />

cultural, nace con la Escuela de Frankfurt,<br />

que desarrolló todo el aparataje teórico del<br />

pensamiento hegemónico construido por Marx,<br />

Gramsci y Althusser<br />

Lo que sucede en la actualidad es que la cultura<br />

se ha mediatizado, se ha industrializado y se ha<br />

uniformado Y el patrimonio cultural, dicho sea<br />

de paso, igualmente está sometido a la industria<br />

del ocio La nueva economía y la economía en<br />

red –que forma parte de la nueva economía-<br />

han convertido en industria multinacional la<br />

costumbre de Halloween, y en dogma ortodoxo la<br />

propiedad privada, la competitividad paroxística,<br />

la ganancia fácil o la idea de que el Estado debe<br />

ayudar a la banca con el dinero público para<br />

cubrir sus desmanes y, de paso, arrebatar<br />

ese dinero a los ciudadanos La política, la res<br />

pública, la polis, se colocan al servicio no de<br />

quienes la construyen y votan, el demos, sino<br />

al servicio de quienes poseen responsabilidades<br />

con ese demos y eso se intenta introyectar<br />

en la mente de los ciudadanos ¿Con qué<br />

herramientas? Con los mensajes de los medios<br />

de comunicación, acríticos casi totalmente con<br />

la maniobra porque pertenecen a los mismos<br />

que originan las crisis Y ahora viene la pregunta<br />

lógica: ¿qué podemos hacer?<br />

No cabe otra solución que la articulación civil<br />

efectiva de la sociedad Digo efectiva porque<br />

en el papel ya está todo arreglado y articulado,<br />

como está muy ordenada la defensa del<br />

patrimonio cultural en las disposiciones legales<br />

que antes se han reflejado pero, en realidad,<br />

mucho de ese patrimonio –en <strong>Andalucía</strong>, sin<br />

ir más lejos- está abandonado por causa de la<br />

crisis, cuyos responsables son precisamente<br />

quienes mandan redactar esas leyes y sus<br />

misteriosos señores, “los mercados”<br />

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