08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Se rascó <strong>de</strong>spreocupadamente el vientre a través <strong>de</strong> un agujero<br />

<strong>de</strong> su cuttona.<br />

—Todos le llaman así — contestó, mas sus infantiles ojos brillaron<br />

con astucia. Se sacudió los pelos que le caían sobre la oreja y agregó<br />

—: Pero otros dicen que hace unos milagros muy gran<strong>de</strong>s.<br />

Nos paramos ante una choza. La vieja y pesada puerta estaba<br />

cerrada con un travesaño que parecía <strong>de</strong> confección casera. Levanté<br />

el pestillo. Del interior salió una bocanada <strong>de</strong> aire frío; seguramente<br />

hacía tiempo que nadie había <strong>de</strong>jado penetrar allí ni un solo rayo <strong>de</strong><br />

sol. Se ofreció a mi vista un mísero interior, como el <strong>de</strong> una<br />

mo<strong>de</strong>stísima choza <strong>de</strong> algún campesino galileo: había sólo unos<br />

pocos objetos: un molinillo, una prensa <strong>de</strong> mano y una mesa <strong>de</strong><br />

carpintero arrimada a la pared. El suelo, <strong>de</strong> tierra apisonada, estaba<br />

cuidadosamente barrido y los utensilios <strong>de</strong> carpintería colgaban <strong>de</strong> la<br />

pared, en or<strong>de</strong>n, tal como <strong>de</strong>ben quedar durante el sábado. Por los<br />

rincones vi lo que <strong>de</strong>bían ser las partes <strong>de</strong> una mesa sin terminar. Al<br />

lado <strong>de</strong> la puerta había dos tinajas <strong>de</strong> barro llenas <strong>de</strong> agua. Mi mirada<br />

saltaba <strong>de</strong> un <strong>de</strong>talle a otro, <strong>de</strong>seosa <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir algo nuevo acerca<br />

<strong>de</strong> las personas que habían vivido allí. Sobre la mesa no había ni una<br />

viruta. Encima <strong>de</strong> la ma<strong>de</strong>ra, oscurecida por el tiempo (seguramente<br />

había pasado <strong>de</strong>l abuelo al nieto), blanqueaba una cruz <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

recién tallada. ¡De nuevo la cruz! Probablemente piensa en ella sin<br />

cesar. ¡Qué rara predilección por este instrumento <strong>de</strong> tortura tan<br />

infame!<br />

Por lo <strong>de</strong>más, no vi nada interesante. Salí. Pregunté al pequeño:<br />

—¿Su madre ya no vive aquí?<br />

—No — contestó . Dicen que vive en Betsaida.<br />

«Quiere estar más cerca <strong>de</strong>l hijo», pensé. Se compren<strong>de</strong>.<br />

A<strong>de</strong>más, ¿por qué <strong>de</strong>bería quedarse aquí, don<strong>de</strong> por odio hacia él<br />

serian capaces <strong>de</strong> negarle hasta un vaso <strong>de</strong> agua? Se me ocurrió<br />

pensar que era una lástima no haberla encontrado. Pero no sentía<br />

<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> volver al lago. Saqué un siclo y se lo di al muchacho. Lo<br />

cogió ávidamente con sus sucios <strong>de</strong>dos. Di la vuelta y comencé a<br />

bajar. De pronto experimenté tal indignación contra aquella gente que,<br />

en lugar <strong>de</strong> ir a la sinagoga como había prometido, me puse en<br />

camino sin <strong>de</strong>mora.<br />

¿De modo que es realmente <strong>de</strong>l linaje <strong>de</strong> David? Y no ha nacido<br />

en Nazaret, sino en Belén. Debería también ir allá para convencerme<br />

<strong>de</strong> ello, verlo...<br />

126

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!