08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Habla <strong>de</strong> ella constantemente — afirmó —. La cruz, la cruz.<br />

¡Qué reino será el que tenga semejante emblema! Claro que, según<br />

dice, resucitará. E incluso dijo que moriremos hasta que no le veamos<br />

venir <strong>de</strong> nuevo en toda su gloria.<br />

—Es un consuelo bien pobre e inseguro — murmuré. Sentí lo<br />

mismo que <strong>de</strong>be <strong>de</strong> sentir Judas: una tristeza hondísima que quita<br />

todo <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> vivir. Mi obsesión por la enfermedad <strong>de</strong> Rut, que había<br />

olvidado momentáneamente absorto por la narración, volvió a mí<br />

aumentada aún por esta tristeza. El mundo me pareció lúgubre como<br />

en un día <strong>de</strong> crudo invierno. Súbitamente perdí el interés por todo —.<br />

¿Cómo reaccionaron a esto los discípulos? — pregunté aún.<br />

—Perdieron el ánimo — respondió Judas - Se movían y miraban<br />

unos a otros, asustado, Sí, es bien poco consuelo estar esperando un<br />

milagro cuando su po<strong>de</strong>r ya no existe y quizá no volverá jamás... Me<br />

estuve preguntando si no sería mejor <strong>de</strong>jarlo y marcharme. Los otros,<br />

te lo juro, querían hacer lo mismo. Él se dio cuenta. Preguntó: «<br />

¿Vosotros también queréis <strong>de</strong>jarme?» Entonces habló Simón, esta<br />

vez con humildad y timi<strong>de</strong>z: « ¿Adón<strong>de</strong> hemos <strong>de</strong> ir y con quién,<br />

puesto que hemos creído que tú, rabí, eres el Mesías? ». En sus<br />

palabras no habla entusiasmo. El maestro apoyó la cabeza en las<br />

manos y <strong>de</strong> nuevo me pareció triste, inquieto, dolorido, como antes <strong>de</strong><br />

aquella conversación al pie <strong>de</strong> la roca <strong>de</strong>l dios pagano. «Sí», dijo en<br />

voz baja, «sólo he escogido a doce, pero también entre ellos está el<br />

<strong>de</strong>monio...» Yo lo oí y asimismo <strong>de</strong>bió <strong>de</strong> oírlo Simón, porque bajó la<br />

cabeza. Sin duda comprendió que se refería a él...<br />

—Así pues, os marchasteis — dije.<br />

—No — respondió —. Ellos, si se hubieran marchado realmente,<br />

no habrían sabido adón<strong>de</strong> dirigir sus pasos. Yo tampoco le he<br />

abandonado. Volveré y lo observaré todo... Quizá recupere su po<strong>de</strong>r.<br />

Pero entonces le cogeré <strong>de</strong> la mano y... ¡Aquellos necios no podrán<br />

impedírmelo por segunda vez!<br />

Se marchó <strong>de</strong> mi casa tal como había llegado: sin hacer ruido, con<br />

precaución, como una rata. Volvió a su maestro, en el que había<br />

perdido la confianza, y yo volví a la enfermedad ante la que me sentía<br />

totalmente <strong>de</strong>sarmado... El mundo ahora es para mí como un día<br />

nublado y lluvioso, uno <strong>de</strong> esos días que llegan <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />

Hanuka... Si él ha perdido ya la facultad <strong>de</strong> curar, ¿dón<strong>de</strong> podré<br />

encontrar salvación para Rut?<br />

182

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!