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Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

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no le convertiría en un tirano. Me paré, parpa<strong>de</strong>ando, bajo el dintel <strong>de</strong><br />

la puerta. Me invadió una rara timi<strong>de</strong>z. No te sorprenda esto. Quizá no<br />

sea más que un simple amhaares, pero sabe mirar como si fuera el<br />

amo. Levantó los ojos y fijó en mí su mirada. Era una mirada serena,<br />

amable, más bien suave y extrañamente penetrante. Cuando me mira<br />

tengo la sensación <strong>de</strong> que ve todo mi interior, que lo sabe todo y que<br />

no necesita palabras. Judas <strong>de</strong>sapareció y nos quedamos los dos<br />

solos en la estancia vacía. De pronto sonrió. Es una sonrisa como la<br />

luz <strong>de</strong>l sol, que <strong>de</strong>speja el cielo y nos quita el <strong>de</strong>saliento en cuanto<br />

aparece. Le contesté con otra sonrisa. Avancé un poco, quise ser<br />

amable y le dije:<br />

—Te saludo, buen rabí...<br />

Con un movimiento pausado me indicó que me sentara a su lado<br />

en el banco.<br />

—¿Por qué me llamas bueno? — preguntó —. Solo el<br />

Todopo<strong>de</strong>roso es bueno...<br />

Su pregunta podía tener un solo significado ¿Me crees alguien<br />

próximo al Altísimo, o bien, como <strong>de</strong>claran mis adversarios,<br />

consi<strong>de</strong>ras que soy un instrumento <strong>de</strong> Satanás? Vacilé. En realidad,<br />

¿qué sé yo <strong>de</strong> él? Pero comprendí que si no le mostraba respeto no<br />

podría obtener nada para Rut. A<strong>de</strong>más, aunque su mirada no sea<br />

severa, cuesta <strong>de</strong>cirle a la cara: eres un siervo <strong>de</strong> Belial... Así pues, le<br />

dije:<br />

—Confío, rabí, que vienes <strong>de</strong> su parte. Nadie sin la ayuda divina<br />

podría hacer los milagros que tú has hecho.<br />

Me senté en el banco y esperé a ver qué <strong>de</strong>cía. Continuaba con<br />

los ojos fijos en mí. Aseguraría que sabía para qué había ido a verle.<br />

Contestó pausadamente.<br />

—Confías... Has <strong>de</strong> saber que quien <strong>de</strong>see ver el Reino tendrá<br />

que nacer <strong>de</strong> nuevo... Completamente <strong>de</strong> nuevo...<br />

Concentré mis pensamientos. Este hombre habla <strong>de</strong> sí mismo y<br />

<strong>de</strong> este Reino como si los dos fueran la misma cosa. No como si él<br />

fuera el que lo anuncia o el que nos guía hacia el Reino, sino como si<br />

él mismo fuera este Reino. Pero este Reino que no existe, puesto que<br />

no lo po<strong>de</strong>mos ver, ¿qué es? ¿Hay que volver a nacer? Esto me<br />

pareció absurdo. ¿Qué significa nacer <strong>de</strong> nuevo? ¿Tendrán los<br />

hombres que morir y volver luego otra vez al mundo? ¿O es que al<br />

llegar a viejos se volverán niños y entrarán <strong>de</strong> nuevo en el vientre <strong>de</strong><br />

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