08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

entre la claridad y la sombra, cayó sobre mí un grito como un golpe<br />

inesperado.<br />

— ¡Detente!<br />

Me paré en seco. El corazón se me subió hasta la garganta: la<br />

lengua, entumecida, se movía torpemente en mi boca, como si<br />

estuviera hinchada.<br />

— ¿A qué vienes aquí? — preguntó el otro.<br />

Salió <strong>de</strong> la oscuridad y, al resplandor <strong>de</strong> la luna, brilló su coraza.<br />

Era un soldado romano con su escudo cuadrado y la lanza en la<br />

mano. Yo estaba solo, <strong>de</strong> modo que se acercó a mí sin temor alguno.<br />

Pero seguía sosteniendo la lanza en actitud <strong>de</strong> alerta.<br />

— ¿Qué quieres? — repitió.<br />

—Yo... nada... He venido solo... al sepulcro... —balbucí.<br />

— ¿Al sepulcro? — se rió —. ¿Para qué? ¡Los muertos no<br />

necesitan visitas nocturnas! Anda, cuenta ahora mismo para qué has<br />

venido, si no quieres que te llevemos a <strong>de</strong>clarar...<br />

Me encontré mal como si fuera a <strong>de</strong>smayarme. Me vi en mi<br />

imaginación <strong>de</strong>strozado por las más crueles torturas. Estaba dispuesto<br />

a <strong>de</strong>cirlo todo, mentira o verdad, con tal <strong>de</strong> satisfacer al soldado con<br />

mi respuesta. Por suerte, en aquel momento, otro soldado salió <strong>de</strong> la<br />

oscuridad. Oí una voz jovial y conocida:<br />

—Déjale, Antonio. Es un ilustre maestro. Yo le conozco. Vete. —<br />

El soldado <strong>de</strong>jó caer la lanza. El otro se acercó —. ¿Me conoces,<br />

rabí? — preguntome.<br />

—Sí, claro que sí — me apresuré en contestar. Aunque el<br />

repentino alivio no me <strong>de</strong>sató en seguida la lengua. En cierta ocasión<br />

yo le había dado a este soldado unos <strong>de</strong>narios a cambio <strong>de</strong> un<br />

pequeño servicio. Era un hombre viejo, con el pelo cano, listo como<br />

pocos. Me lo trajo una vez Ahir diciendo que por dinero se podía hacer<br />

<strong>de</strong> él lo que se quisiera. ¡Estaba salvado! ¡Claro que te conozco,<br />

Luciano! ¡Qué Suerte haberte encontrado aquí! No lo olvidaré... Pero,<br />

dime — ya había recuperado la voz —: ¿qué hacéis aquí?<br />

— ¿Nosotros? — se rió —. Nos helamos <strong>de</strong> frío y re negamos.<br />

¿De veras no sabes nada, rabí? Nos han mandado vigilar a este<br />

profeta galileo. Los doctores y los sacerdotes se lo han pedido al<br />

procurador. Al anochecer colocaron un gran sello sobre le piedra. Si<br />

quieres, te lo enseñaré. Pero ahora no podrás entrar en el sepulcro.<br />

354

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!