08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

— ¡Pero el cuerpo no fue lavado ni ungido! — exclamé.<br />

—No po<strong>de</strong>mos remediarlo, rabí, aunque he oído <strong>de</strong>cir que fuisteis<br />

tú y el comerciante José <strong>de</strong> Arimatea quienes os ocupasteis <strong>de</strong>l<br />

entierro <strong>de</strong>l profeta y que el procurador os dio el cuerpo sin pedir nada<br />

a cambio... ¡Hace doce años que sirvo a Pilatos y aún no había oído<br />

una cosa parecida! Más fácilmente creería que habíais tenido que<br />

pedir prestado a los usureros para contentarle. A veces ocurren cosas<br />

curiosas. Pero ahora no puedo ayudarte en nada. Tenemos or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

custodiar el sepulcro hasta mañana por la noche y no <strong>de</strong>jar entrar a<br />

nadie. Los sacerdotes y los doctores nos han prometido una pequeña<br />

recompensa a cambio. Pero, ¡qué i<strong>de</strong>a, custodiar a un muerto! Por<br />

suerte, es sólo por una noche...<br />

—Así, ¿sólo habéis <strong>de</strong> hacerlo hasta la próxima noche?<br />

—Sí; según parece, este galileo predijo que resucitaría e los tres<br />

días. Y si no resucita al tercer día ya no lo hará. La gente cree en<br />

cuentos <strong>de</strong> esta clase y, mientras tanto, nosotros, nos helamos y no<br />

dormimos. Acércate al fuego, rabí, y caliéntate un poco.<br />

Me acerqué a la hoguera que ardía en una concavidad <strong>de</strong> la roca.<br />

Alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> ella yacían varios soldados apoyados en los codos.<br />

— ¡Oh, sois muchos! — observé.<br />

— ¡Sí, somos diez! — respondió Luciano —. Basta para ahuyentar<br />

a cualquiera que quisiera acercarse el sepulcro. Incluso a él mismo, si<br />

resucitara, volveríamos a meterle <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la piedra, ¿verdad,<br />

muchachos? — gritó alegremente en la penumbra.<br />

Resonaron unas voces roncas:<br />

—Ya no saldrá, no hay cuidado... Le han matado a conciencia...<br />

Uno, en la oscuridad, golpeó en su escudo, con aire <strong>de</strong><br />

superioridad.<br />

— ¡Aunque, si hiciera falta, volveríamos a matarle!<br />

De nuevo se rieron <strong>de</strong> ese modo cruel y salvaje. Uno <strong>de</strong> ellos se<br />

puso a cantar una grosera canción <strong>de</strong> soldados. Sus palabras me<br />

herían en lo vivo; en estos momentos necesitaba paz para po<strong>de</strong>r<br />

hilvanar mis pensamientos. La luna avanzaba por el cielo <strong>de</strong> un modo<br />

imperceptible, pero el tiempo transcurría y la noche pasaba sobre<br />

nuestras cabezas parecida a un silencioso simún. Lentamente, me fui<br />

hacia la roca. Luciano me seguía a unos pasos <strong>de</strong> distancia. Debía <strong>de</strong><br />

temer que intentara arrancar el sello. Me molestaba su presencia;<br />

355

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!