08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

ien peinado y todo él da una impresión <strong>de</strong> pulcritud y cuidado. Pero<br />

ahora tenía ante mí a un hombre con una simlah arrugada y los cabellos<br />

mojados y en <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, caídos sobre los ojos y la frente. Sus<br />

pies estaban llenos <strong>de</strong> barro y heridas y tenía la mirada extraviada.<br />

Todo él temblaba. No me dijo en seguida para qué había venido:<br />

parecía intentarlo, como si las palabras no pudieran pasar por su<br />

garganta. Al fin balbució:<br />

— ¡Le han prendido...!<br />

Aunque lo esperaba, aquello fue como si me hubiera caído un<br />

rayo encima. Las piernas se me doblaron. Me senté en un banco,<br />

sentí un vacío en la cabeza y ante mis ojos pasaron unas manchas<br />

oscuras. Me sentí débil como si fuera a <strong>de</strong>smayarme. De modo que, a<br />

pesar <strong>de</strong> todo..., comenzó a martillearme en la cabeza, a pesar <strong>de</strong><br />

todo... Todos mis pensamientos, todas mis conversaciones con El se<br />

concretaron ahora en estas pocas palabras.<br />

—A pesar <strong>de</strong> todo... — repetí en voz alta —, no ha logrado huir,<br />

salvarse, escon<strong>de</strong>rse. ¡Le han prendido! Creo que estuve mucho rato<br />

sentado con la cabeza baja, sacudido por escalofríos, mareado.<br />

Cuando la levanté, el hombre seguía ante mí como un árbol <strong>de</strong>strozado<br />

por un rayo. Mirándole, comprendí que para este discípulo lo<br />

peor no era que el Maestro hubiera sido prendido... Sus ojos<br />

expresaban no sólo dolor y miedo. A<strong>de</strong>más, había en ellos<br />

<strong>de</strong>sesperación. Esta clase <strong>de</strong> sentimiento es contagioso: sobre la<br />

frente, en la misma raíz <strong>de</strong>l cabello, sentí unas gotas <strong>de</strong> frío sudor que<br />

parecían el contacto <strong>de</strong> unas patitas <strong>de</strong> rana. Los dientes me castañeteaban<br />

y este ruido resonaba en la casa vacía y dormida como el<br />

rumor <strong>de</strong> unas rápidas pisadas. Haciendo un esfuerzo, susurré:<br />

—¿Cómo ha... sido?<br />

—Cómo ha sido... — repitió lentamente, como si no entendiera la<br />

pregunta, como si él mismo no supiera bien lo que había ocurrido.<br />

Inseguro, tartamu<strong>de</strong>ando, comenzó a <strong>de</strong>cir: Celebramos la Pascua en<br />

tu casa, rabí. Como siempre... Él... Él... estaba triste. Des<strong>de</strong> hace<br />

unos días estaba triste... Debiste notarlo... Decía... No sé, no lo he<br />

entendido todo... Decía... que no tardaría en marchar y luego no<br />

tardaría en volver porque no quiere <strong>de</strong>jarnos huérfanos... ¿Crees que<br />

le soltarán? ¿Qué crees, rabí? — Moví la cabeza con expresión <strong>de</strong><br />

duda. Le vi tragar saliva con esfuerzo, dolorosamente —. Le dijimos<br />

que iríamos con Él adon<strong>de</strong> hiciera falta y que no temíamos ni a la<br />

misma muerte. Sonrió tristemente como si no lo creyera... Y dijo que<br />

288

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!