08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

¿Has oído aquello que hizo no hace mucho? ¿Lo <strong>de</strong> dar <strong>de</strong> comer a<br />

miles <strong>de</strong> personas?<br />

En la sala <strong>de</strong> la Piedra Cuadrada había oído contar una fantástica<br />

historia según la cual el maestro, en Decápolis, había alimentado<br />

milagrosamente a toda una multitud <strong>de</strong> goim, pero entonces no lo creí.<br />

Recuerdo que en cierta ocasión él dijo: «No vayáis con los paganos ni<br />

con los samaritanos..., id con los hijos <strong>de</strong> Israel... El Hijo <strong>de</strong>l Hombre<br />

ha venido para encontrar lo que se había perdido en la nación<br />

elegida...« También dijo: «No penséis en lo que vais a comer...»<br />

—¿Vas a hablarme <strong>de</strong> cuando dio <strong>de</strong> comer a los impuros <strong>de</strong><br />

Decápolis? — pregunté.<br />

—Esto fue la segunda vez — contesto —. Pero la primera dio <strong>de</strong><br />

comer a los fieles. Estaba entonces a orillas <strong>de</strong>l mar, cerca <strong>de</strong><br />

Betsaida. Pasaba por allí una enorme multitud <strong>de</strong> peregrinos que iban<br />

a Jerusalén para la Pascua. Al verle se pararon para escuchar sus<br />

enseñanzas. Les habló durante todo el día, hizo curas y volvió a predicar.<br />

Al llegar la noche le dijimos: «Es muy tar<strong>de</strong>, no sigas; te han<br />

estado escuchando todo el día y ahora <strong>de</strong>ben <strong>de</strong> estar hambrientos.<br />

Que vayan a las al<strong>de</strong>as vecinas a comprarse pan». Contestó como si<br />

le hubiera importunado nuestra intervención: «Dadles <strong>de</strong> comer<br />

vosotros».<br />

Sabía que en aquel solitario lugar no había ni una sola tienda.<br />

A<strong>de</strong>más, ¡cuánto pan hubiéramos tenido que comprar para dar <strong>de</strong><br />

comer a todos! Nosotros, como <strong>de</strong> costumbre, no teníamos ni un as.<br />

El necio <strong>de</strong> Felipe calculó que para aquella multitud se hubieran<br />

necesitado panes <strong>de</strong> cebada por valor <strong>de</strong> unos doscientos <strong>de</strong>narios<br />

como mínimo. ¡Doscientos <strong>de</strong>narios! ¡Nuestra bolsa nunca había<br />

contenido semejante suma! Nos quedamos sin saber qué hacer. Él<br />

siguió predicando. Tú sabes, rabí, que le gusta poner a las personas<br />

en un aprieto y, cuando ya no saben cómo actuar, entonces él les da<br />

una solución completamente inesperada...<br />

—Sí —murmuré—, sé algo <strong>de</strong> esto —. Era una observación<br />

acertada.<br />

—Por fin terminó <strong>de</strong> hablar — siguió diciendo Judas— y nos<br />

llamó. «¿Qué tenéis», preguntó, «para po<strong>de</strong>r dar a la gente?» Hubiera<br />

podido creerse que se burlaba <strong>de</strong> nosotros. Andrés dijo: «Marcos lleva<br />

en su cesta cinco panes pequeños y dos peces... Pero con ello no<br />

tenemos bastante ni para nosotros...» Como si no hubiera oído esta<br />

observación, dijo: «Haced que la gente se siente en grupos <strong>de</strong><br />

169

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!