08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

sus insolentes palabras. Centenares <strong>de</strong> manos le agarraron. Le<br />

sacaron arrastrándole <strong>de</strong> la sinagoga y <strong>de</strong> la ciudad, aullando,<br />

silbando y vociferando. Detrás <strong>de</strong> las últimas casas <strong>de</strong> Nazaret se<br />

abre un hondo precipicio. Llevaron allí al profeta. Si le hubieran <strong>de</strong>speñado<br />

se hubiera roto los brazos y las piernas, e incluso hubiera podido<br />

matarse. Pero él, que hasta allí se había <strong>de</strong>jado arrastrar sin<br />

resistencia alguna, sacudió los brazos con fuerza y sus perseguidores<br />

cayeron como las hojas <strong>de</strong> otoño cuando se sacu<strong>de</strong> el tronco <strong>de</strong>l<br />

árbol. No tuvo que luchar con ellos. Bastó una sombra <strong>de</strong> resistencia<br />

para que la enfurecida pero cobar<strong>de</strong> turba diera un paso atrás. Un ser<br />

que obra milagros pue<strong>de</strong> ser peligroso, y ellos estaban firmemente<br />

convencidos <strong>de</strong> que no había obrado ningún milagro sólo porque no<br />

había querido hacerlo y no porque no pudiera. Pasó entre ellos como<br />

si atravesara un agua turbia y se fue. Nadie intentó <strong>de</strong>tenerle. Se<br />

quedaron inmóviles, con los <strong>de</strong>dos torcidos como garras y los labios<br />

entreabiertos a punto <strong>de</strong> dar un grito. Antes <strong>de</strong> alejarse, se volvió para<br />

mirarlos. Tenía esa mirada que yo llamo «fría». Quizá también había<br />

en ella extrañeza. Dejó <strong>de</strong> mirarles y se alejó sin prisa, solo. (Sus<br />

discípulos se habían dispersado entre las matas.) Sus anchas<br />

espaldas estaban encorvadas como si cargaran con un gran peso. De<br />

nuevo se volvió. Des<strong>de</strong> lo alto veía toda Nazaret, esparcida sobre la<br />

la<strong>de</strong>ra como huesos entre la hierba. Allí había pasado los años en que<br />

no era nadie. Hoy, cuando otras ciuda<strong>de</strong>s le abren sus puertas, su<br />

ciudad natal le repudia, le rechaza. Debía <strong>de</strong>spreciarlos. Pero él, en<br />

vez <strong>de</strong> enojarse, se enterneció. Se cubrió el rostro con las manos y un<br />

temblor sacudió sus hombros. Estaba llorando, ¿te imaginas? ¿Qué le<br />

daba tanta tristeza? ¿El fin <strong>de</strong> su existencia gris entre gente<br />

miserable? Judas dice que estuvo largo rato llorando.<br />

Se le ha visto llorar más <strong>de</strong> una vez. Él, que tiene tanto po<strong>de</strong>r,<br />

llora viendo cómo los otros sufren y lloran. Es como si hubiera en él<br />

dos personas: una sabe que pue<strong>de</strong> curar, pero no se da ninguna prisa<br />

para hacerlo; la otra parece robarle a la primera el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> obrar<br />

milagros para hacer algo en contra <strong>de</strong>l sentido común... Porque, sin<br />

duda alguna, parece mucho más sensato no curar y no mostrarse<br />

poseedor <strong>de</strong> un po<strong>de</strong>r sobrehumano...<br />

Jesús no curó a ningún enfermo <strong>de</strong> Nazaret, aunque todos<br />

estaban seguros <strong>de</strong> que precisamente entre ellos obraría sus mayores<br />

milagros. En otras partes no se lo pidieron y el había curado: allí lo<br />

esperaban, pero él, indiferente, pasó <strong>de</strong> largo. O quizás indiferente no.<br />

Habrás notado que más <strong>de</strong> una vez corrijo mis expresiones. Pero es<br />

56

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!