08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Dame tus preocupaciones, Nico<strong>de</strong>mo.<br />

— ¿Mis preocupaciones?<br />

—Sí, amigo. Quedamos así en aquella ocasión. Ha llegado el<br />

momento. Dame hoy tus preocupaciones. Las necesito. Las he estado<br />

esperando. Me faltaban...<br />

—No comprendo... — balbucí.<br />

Ahora ya no hay manera <strong>de</strong> enten<strong>de</strong>rle. Pero también entonces, al<br />

principio, ¿qué quería <strong>de</strong>cir aquello <strong>de</strong> «volver a nacer»? Nunca me lo<br />

explicó. Raramente explica sus palabras. Cuando se le dice que son<br />

incomprensibles, se limita a mirar a los ojos y sonríe como diciendo: «<br />

¿No las compren<strong>de</strong>s? Llegará un día en que las compren<strong>de</strong>rás.» Su<br />

doctrina no recuerda las doctrinas <strong>de</strong> los filósofos griegos. Ellos<br />

<strong>de</strong>finían el mundo, explicaban cómo es. Él quiere que el hombre vaya<br />

solo <strong>de</strong> un <strong>de</strong>scubrimiento a otro y que él mismo se explique todos los<br />

secretos. No arma a la gente para la lucha <strong>de</strong> la vida. Dice palabras<br />

incomprensibles que no se sabe cómo ni cuándo <strong>de</strong>scubrirán su<br />

sentido. A veces parece contra<strong>de</strong>cirse a sí mismo. En varias<br />

ocasiones le he oído <strong>de</strong>cir: «Sed como niños, es necesario que seáis<br />

como niños...» Y al mismo tiempo estas extrañas palabras que<br />

parecen <strong>de</strong>cir: <strong>de</strong>béis crecer para compren<strong>de</strong>rlas. Pero quien crece<br />

<strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser niño y quien es niño <strong>de</strong>be conformarse con no enten<strong>de</strong>r el<br />

mundo...<br />

Pero tampoco esta vez me aclaró nada. Me indicó que me sentara<br />

en un taburete y se quedó mirándome. En su mirada había<br />

cordialidad, amor, entrega. Parecía una persona que pi<strong>de</strong>, que pi<strong>de</strong><br />

humil<strong>de</strong>mente. Volvió a <strong>de</strong>cir:<br />

—Dame tus preocupaciones...<br />

La ma<strong>de</strong>ra chisporroteaba en el fuego. Marta se acercó <strong>de</strong><br />

puntillas para preguntarme si quería beber un poco <strong>de</strong> leche caliente.<br />

«Dame tus preocupaciones..., pensé. Esto sonaría a burla si Él<br />

fuera capaz <strong>de</strong> burlarse. Des<strong>de</strong> luego, estoy dispuesto a dárselas en<br />

seguida. No las escatimo. No las <strong>de</strong>seo para mí. En realidad, para<br />

librarme <strong>de</strong> ellas he venido aquí <strong>de</strong> noche, atravesando montes y<br />

atajos. Las he traído conmigo junto con la bolsa que cuelga <strong>de</strong> mi<br />

cinto. Pero aquí han aumentado todavía. «Dame tus<br />

preocupaciones...» Tampoco en aquella ocasión me libró <strong>de</strong> ellas.<br />

Miré al Maestro por encima <strong>de</strong> un recipiente <strong>de</strong> barro. Esperé a que<br />

dijera algo más. Pero volvió a fijar su mirada en el fuego y sobre su<br />

282

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!