08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

y resbalaba por ella como los rayos <strong>de</strong> la luna por las hojas <strong>de</strong> los<br />

árboles... Por unos momentos esta mirada se posó en mí... No<br />

quedaba nada en ella <strong>de</strong> aquel po<strong>de</strong>r milagroso <strong>de</strong> antes. Sólo una<br />

hora antes, ante el conjuro <strong>de</strong> Caifás él era alguien cuya sola palabra<br />

era capaz <strong>de</strong> hacer caer <strong>de</strong> rodillas a todos. Ahora ya no era más que<br />

un hombre lanzado al mismo fondo <strong>de</strong> la miseria humana: un<br />

mendigo, un leproso, un enfermo, un prisionero, todo reunido en una<br />

sola persona... Pasó junto a mí como una aparición, pero su imagen<br />

me quedó bajo los párpados. Ellos siguieron a<strong>de</strong>lante empujándole,<br />

escupiéndole, haciéndole reverencias burlescas. ¡Quedé <strong>de</strong>strozado...!<br />

¡Si hubiera aún en él, al menos, algo <strong>de</strong>l maestro <strong>de</strong> antes! Me<br />

hubiera sido más fácil <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rle. Pero, ¿cómo <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a un hombre<br />

cuya propia <strong>de</strong>bilidad le ha convertido en algo (no sé cómo <strong>de</strong>cirlo)<br />

casi repelente?...<br />

La grisácea luz <strong>de</strong>l amanecer anunciaba el nuevo día. La servidumbre<br />

nos hizo volver a la sala. Al poco rato todos habían ocupado<br />

sus puestos. Como si quisieran acelerar la llegada <strong>de</strong>l nuevo día, las<br />

lámparas estaban apagadas y las sombras chocaban duramente con<br />

las blancas manchas <strong>de</strong> luz. Caifás se levantó lleno <strong>de</strong> impaciencia.<br />

No <strong>de</strong>jó hablar al nasi; él mismo or<strong>de</strong>nó:<br />

— ¡Haced entrar al prisionero!<br />

Debían <strong>de</strong> haberle cortado las cuerdas poco antes porque vi que<br />

la vida volvía lentamente a sus caídas manos, hinchadas y<br />

amoratadas. Se quedó <strong>de</strong> pie con la cabeza hundida entre los brazos<br />

en un instintivo a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> <strong>de</strong>fensa. Entre sus cabellos se veían<br />

briznas <strong>de</strong> paja y sobre las mejillas unos blancos redon<strong>de</strong>les <strong>de</strong> saliva<br />

aún húmeda.<br />

Con una mano apoyada en la ca<strong>de</strong>ra, Caifás preguntó:<br />

—Dinos otra vez lo que te has atrevido a afirmar antes ¿Eres el<br />

Mesías?<br />

Contestó sin alzar la cabeza, con una voz en la que vibraba el<br />

cansancio.<br />

— ¿De qué me servirá repetirlo? No me creeréis ni me vais a<br />

soltar... Pero ha llegado vuestra hora...<br />

Caifás soltó una carcajada fría y cruel y le siguieron como<br />

animados por ella, otras voces:<br />

— ¿De modo que eres el Hijo <strong>de</strong>l Altísimo?<br />

317

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!