08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

pero <strong>de</strong> pronto sentimos que el corazón late <strong>de</strong> un modo distinto y el<br />

mundo parece diferente. De nuevo sentí un <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> rebelarme. Es<br />

fácil <strong>de</strong>cir, protesté en mi interior, que una vez lo hayamos dado todo<br />

volveremos a recibirlo aumentado cien veces. ¡No quiero cien como<br />

Rut...! Sólo quiero que vuelva ella... ¡Pero no volverá! Esto no son sino<br />

palabras..., me repetí varias veces. Pero al levantar los ojos, vi que él<br />

seguía mirándome, y ya no sentí más <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> rebelarme.<br />

De repente llegó hasta nosotros un vivo rumor <strong>de</strong> pasos y voces.<br />

La gente venía en tropel en nuestra dirección. Volví a sentirme<br />

intranquilo; recordé las amenazas <strong>de</strong>l rabí Jonatán. También los<br />

discípulos se asustaron y sus ojos comenzaron a moverse inquietos<br />

como si buscaran dón<strong>de</strong> escon<strong>de</strong>rse. Al frente <strong>de</strong>l grupo iban varios<br />

jóvenes fariseos. Pero no vi ninguna guardia. Aquella muchedumbre<br />

conducía a alguien. Vi sus brutales movimientos y oí los gritos con que<br />

querían obligar a este alguien a que anduviese más <strong>de</strong> prisa. Los que<br />

ro<strong>de</strong>aban al maestro recularon instintivamente. Él continuó sentado,<br />

impasible, con la cabeza alta y la misma acogedora sonrisa <strong>de</strong> antes.<br />

El gentío se <strong>de</strong>tuvo ante él. Uno <strong>de</strong> los haberim se a<strong>de</strong>lantó un<br />

poco e inclinose burlonamente ante el maestro. Comprendí que, más<br />

que para atacarle, venían con la intención <strong>de</strong> divertirse un poco a<br />

costa <strong>de</strong>l profeta <strong>de</strong> Galilea.<br />

—Te saludo, rabí. Mira a quién te hemos traído. Los <strong>de</strong>l grupo se<br />

separaron y empujaron hacia <strong>de</strong>lante a una mujer. Estaba casi<br />

<strong>de</strong>snuda y apretaba convulsivamente contra su pecho un pedazo roto<br />

<strong>de</strong> sábana. Aunque, a fuerza <strong>de</strong> golpes, ya casi no le quedaba colorete<br />

en las mejillas y aunque <strong>de</strong> sus ennegrecidas pestañas caía una<br />

cortina <strong>de</strong> negras lágrimas, no era difícil adivinar cuál había sido su<br />

<strong>de</strong>lito. Temblaba. Le habían arrancado un pendiente y le resbalaba <strong>de</strong><br />

la oreja un hilito <strong>de</strong> sangre. Bajó la cabeza como si quisiera hundirla<br />

entre los hombros y dirigía <strong>de</strong> uno a otro una mirada asustada.<br />

Parecía implorar a cada uno un poco <strong>de</strong> piedad, prometiéndolo todo a<br />

cambio. No se sabía qué la aterrorizaba más: la <strong>de</strong>shonra o la<br />

amenaza <strong>de</strong> una muerte infame. Sus maltratados pies, con las uñas<br />

pintadas <strong>de</strong> un rojo chillón, hollaban nerviosamente la tierra. Sus ojos,<br />

que parecían buscar en todas partes un modo <strong>de</strong> salvarse, se posaron<br />

en el maestro. Al principio se apartaron <strong>de</strong> él, asustados, quizá su<br />

sonrisa le pareció una burla más <strong>de</strong> aquellos que, por motivos<br />

incomprensibles para ella, habían convertido las caricias <strong>de</strong> momentos<br />

antes en <strong>de</strong>spiadados golpes. De nuevo se encogió como un erizo.<br />

Pero a poco aventuró otra tímida mirada. Era evi<strong>de</strong>nte que <strong>de</strong>sconocía<br />

213

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!