08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

inquietud. Nos llamó precipitadamente a su lado. "Coged las barcas y<br />

marchad ahora mismo hacia la otra orilla. ¡Apresuraos!" "¿Y tú, rabí?",<br />

preguntó Simón. "No os preocupéis por mí. Subid a las barcas.<br />

¡Pronto! "Ahora no nos marcharemos", intervine yo. "Has hecho hoy tu<br />

milagro más gran<strong>de</strong>. Todo este gentío y nosotros queremos honrarte<br />

como es <strong>de</strong>bido..." Pareció muy contrariado y exclamó."¡Calla!<br />

¡Marchad ahora mismo!" Los otros también se resistían a obe<strong>de</strong>cer:<br />

"Déjanos quedar, rabí. La gente quiere honrarte". La multitud, saciada<br />

ya, se nos iba acercando en medio <strong>de</strong> crecientes ovaciones. Él<br />

parecía terriblemente asustado. "Marchaos ahora mismo. ¿Cuántas<br />

veces habré <strong>de</strong> repetíroslo? ¡Id, marchaos ya!" Nos lo pedía, nos lo<br />

or<strong>de</strong>naba; a toda costa quería apartarnos <strong>de</strong> él. Nunca le había visto<br />

tan excitado. Nos asustó aquella brusquedad atemorizada. Cedimos;<br />

comenzamos a retirarnos <strong>de</strong> mala gana. "Al menos <strong>de</strong>ja que yo me<br />

que<strong>de</strong> contigo...", le susurré en voz baja. “Ésos son unos necios<br />

amhaares, pero yo he vivido en la ciudad...”. Me interrumpió, enojado:<br />

"¡Tú <strong>de</strong>bes ser el primero en marchar!"<br />

»Bajamos y llegamos a la rocosa playa. El agua estaba negra y<br />

parecía espesa. Desatamos la embarcación.<br />

En la la<strong>de</strong>ra, por encima <strong>de</strong> nuestras cabezas, se veía una gran<br />

mancha blanca como si fuera nieve: era la gente que le había<br />

ro<strong>de</strong>ado. Su griterío caía sobre el lago, resbalaba sobre su ondulada<br />

superficie como cuando se tira una piedra plana, y volvía en forma <strong>de</strong><br />

eco <strong>de</strong>s<strong>de</strong> las rocas <strong>de</strong> Galaad. "¿Y si volviéramos...?", propuso<br />

Tomás. "Volvamos", insistí yo.<br />

»Comprendí que una circunstancia como aquélla no volvería a<br />

producirse. La gente le fuerza a menudo a hacer un milagro. ¿Por qué<br />

nosotros no podíamos intentarlo también? ¡Así terminaría <strong>de</strong> una vez<br />

aquella espera <strong>de</strong> algo que cada uno <strong>de</strong> nosotros podría hacer en su<br />

momento! "La gente lo proclamará rey", intenté persuadirles. "Él<br />

convertirá una espada en mil. Podremos vengar las humillaciones<br />

recibidas..." "¡Volvamos, volvamos!", repitieron los otros. Estaba<br />

seguro <strong>de</strong> haber ganado la partida. Saqué una pierna por la borda.<br />

Pero en aquel momento Simón, con un fuerte golpe <strong>de</strong> remo, apartó la<br />

barca <strong>de</strong> la orilla. "¡No!", exclamó. "El maestro nos ha or<strong>de</strong>nado<br />

marchar." "Eres un necio", grité. "Un día nos estará agra<strong>de</strong>cido por<br />

haberle forzado a..." Por toda contestación hizo silbar un remo sobre<br />

mi cabeza. "¡El necio eres tú!", dijo. "Miradlo; quiere saber más que el<br />

mismo rabí. ¡Haz lo que él manda y no te hagas el listo!" ¿Qué podía<br />

contestarle a esto? Este soteh es fuerte como un toro; hubiera podido<br />

171

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!