08.05.2013 Views

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

Dobraczynski. Cartas de Nicodemo

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Ya antes noté que Simón, Andrés y los hijos <strong>de</strong> Zebe<strong>de</strong>o estaban<br />

a un lado discutiendo acaloradamente. Llegaron a mí palabras como:<br />

«En el «Gran Cofre» retumbaba mucho... El maestro dice que<br />

<strong>de</strong>bemos partir hoy... Avísale... Él lo sabe todo... Pero ¿y si...?» Me<br />

sentí inquieto. El «Gran Cofre» es el nombre <strong>de</strong> unas rocas situadas<br />

entre la Betsaida galilea y Cafarnaúm, don<strong>de</strong>, según los pescadores<br />

<strong>de</strong> aquí, se oyen retumbar las olas <strong>de</strong>l mar Gran<strong>de</strong> cuando, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

occi<strong>de</strong>nte, se avecina una tempestad. Intranquilo, escruté el cielo. El<br />

tiempo parecía muy sereno. Pero se ve que no sólo los discípulos<br />

habían oído algo porque entre la multitud se oyeron voces gritando:<br />

«No te vayas hoy, rabí dicen que el Gran Cofre retumba. Podría haber<br />

tormenta...» Pareció no prestar atención a estas palabras. En cierto<br />

momento se a<strong>de</strong>lantó <strong>de</strong> entre la multitud el jefe <strong>de</strong> la sinagoga local,<br />

Jair, hijo <strong>de</strong> Gedidah, el mismo que había tratado <strong>de</strong> convencer al<br />

maestro <strong>de</strong> que curase al siervo <strong>de</strong>l centurión romano. Abriendo las<br />

manos bajo el taliss, dijo:<br />

—Es mejor que no os embarquéis hoy, rabí. Dicen que se avecina<br />

un temporal. El sol, a poniente, se ha vuelto rojo...<br />

En un último esfuerzo <strong>de</strong> voluntad pareció vencer el cansancio y<br />

contestó:<br />

—Por el aspecto <strong>de</strong>l cielo podéis conocer el tiempo. ¿Cómo no<br />

sabéis conocer que ya ha llegado la hora? Simón y Juan le tendieron<br />

las manos y, ayudado por ellos, entró en la barca por una estrecha<br />

pasarela. Le dispusieron en la popa un manto y un almohadón. El<br />

viento <strong>de</strong> occi<strong>de</strong>nte aún no había comenzado a soplar, parecía<br />

retrasarse, y los pescadores tuvieron que coger los remos. Sin gran<br />

entusiasmo me subí a la barca. La amenaza <strong>de</strong> una próxima tormenta<br />

me había quitado las ganas <strong>de</strong> embarcarme. Incluso estuve dudando<br />

si quedarme. También los discípulos estaban intranquilos. Sin<br />

pronunciar palabra, nos hicimos a la mar. El sol teñía <strong>de</strong> rojo las<br />

cumbres <strong>de</strong> las orillas galileas, a la vez que bañaba en oro la orilla<br />

oriental hacia la que nos dirigíamos. La gente que había quedado en<br />

tierra agitaba las manos y nos <strong>de</strong>seaba a gritos una feliz travesía.<br />

Pero el nazareno no parecía oírles. Así que entró en la barca, se <strong>de</strong>jó<br />

caer pesadamente sobre el almohadón. Cerró los ojos. Al instante su<br />

respiración se hizo lenta y un poco pesada, como la <strong>de</strong> una persona<br />

dormida.<br />

Varias veces escruté intranquilo el cielo. En cuanto el sol se hubo<br />

hundido <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> las colinas, comenzaron a encen<strong>de</strong>rse, aquí y allá,<br />

las primeras estrellas. Nos íbamos alejando más y más <strong>de</strong> la costa<br />

94

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!