La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
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cinco minutos, menos del tiempo que consumía yendo a pie. ¿Y quién dice que en el trayecto<br />
hubiera algún baño público o de cualquier otro tipo que aliviara mis penurias? Exacto. Ni por<br />
asomo. Es comprensible que nunca compre lotería, no hay ninguna posibilidad de que pueda<br />
tocarme. Mi mala suerte es atroz.<br />
Pero si hemos afirmado que el estado de los baños públicos opera en sí mismo como una<br />
declaración de intenciones, qué no podrá decirse de los baños de la Universidad de Derecho. En<br />
ningún otro sitio figura expresado de manera tan gráfica el irreconciliable conflicto de opiniones<br />
entre las dos Españas, atravesado de parte a parte, por arriba y abajo, por la izquierda y la derecha,<br />
de reivindicaciones nacionalistas trasnochadas, de la época de la Edad Media o más atrás, y <strong>otras</strong><br />
que han surgido en los tiempos modernos al abrigo de objetivos cortoplacistas y populacheros, en<br />
definitiva, la incapacidad de la gente de este país para ponerse de acuerdo hasta en el color de lo que<br />
discurre por el interior de nuestras vísceras. Sus paredes, puertas, azulejos y, de hecho, cualquier<br />
resquicio capaz de albergar la punta de un rotulador estaban cubiertos de todo tipo de inscripciones<br />
y dibujos. Estaba el omnipresente “Fuera godos”, un clásico en todos los baños públicos de<br />
Canarias, entremezclado con mensajes en contra y a favor de ETA —algunos nacionalistas radicales<br />
parecían simpatizar con su causa—, en contra y a favor de los GAL, con sus réplicas y<br />
contrarréplicas, tal y como, según recuerdo, una inscripción que rezaba:<br />
“Contra ETA, metralleta<br />
Contra el GAL, un kilo de amonal”<br />
Luego estaba la típica guerra de los rojos contra los fachas, y de los fachas contra los rojos,<br />
entrecruzándose entre ellos todo tipo de insultos e improperios, llegándose al extremo y el absurdo<br />
de invocar la División Azul, la que, según unos, luchó con dos cojones en Rusia, la que fue sólo a<br />
masacrar pobres diablos mal pertrechados, según otros. El cuadro de estos baños se completaba con<br />
<strong>otras</strong> manifestaciones de carácter más prosaicas, muchas veces fruto del hastío, la frustración, la<br />
incertidumbre en que vive sumida la juventud de este país —sentimientos que también me<br />
embargaban entonces—, y que daban lugar a las expresiones más libertinas y a veces obscenas,<br />
principalmente en los retretes, al abrigo de una mayor intimidad y discreción, sin contar con que la<br />
manipulación de las partes pudendas, sumado a una situación de aburrimiento insalvable,<br />
seguramente propiciaba por sí misma soporte suficiente, rotulador aparte, para que la imaginación y<br />
unas hormonas poco satisfechas explicitaran sus devaneos más alocados a modo de desesperada<br />
evasión. Hubo quien incluso se representó a sí mismo, con cierto arte, sentado en la vasija haciendo<br />
sus necesidades con una joven de atributos exagerados retozando desnuda en su regazo; el dibujo<br />
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