La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
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—Claro, hombre, relájate, ¿qué coño iba a pintar yo en una fiesta de colgaos como<br />
cualquiera de ésas que suelen organizar ustedes? ¿Qué les pasa, es que no tienen sentido del humor?<br />
Y ahora hazme el favor de guardar eso.<br />
—Por qué, ¿cree que no tengo valor para usarla?<br />
—Venga, fúmate uno de éstos, verás como te sientes mejor... Creo que estás demasiado<br />
aferrado a tu rol de machito dominante... Eso es todo.<br />
—Entonces está convencido de que no lo voy a hacer, ¿eh?<br />
—Estoy convencido de que tu papá te va a dejar sin la paga y el coche para el fin de<br />
semana. Mocoso...<br />
—¡Esto es el colmo! Le voy a... le voy a...<br />
Sus amigos volvieron a sujetarle y le hicieron entrar en razón; de todas formas, le<br />
susurraron al oído, ellos sí que se habían tirado a la chiquita, era una zorra mala, y el caballito de<br />
mar lo tenía tatuado en el pubis...<br />
—En fin, chicos —retomó el profesor—, la juventud de hoy no sabe divertirse; follan,<br />
beben, sueltan la pota en cualquier acera y ni siquiera saben por qué lo hacen... No saben por qué<br />
están vivos, no saben una mierda de la vida. Es cierto que, por casualidad, pasé por delante de la<br />
fiesta ésa que dieron la semana pasada, estaban tan colocados y borrachos que podría haberme<br />
pasado por la piedra a cualquiera de ustedes y ni se hubieran enterado... Qué calamidad. Saben, hay<br />
un espíritu de festejo por la vida que se ha perdido con la modernidad pero que los pueblos antiguos<br />
conocían muy bien. Desde que triunfó el Cristianismo Occidente se ha convertido en un lugar<br />
opresivo, oscuro, lleno de culpas y rencores. Hoy en día se pretende que somos libres, que podemos<br />
hacer lo que nos dé la gana. De hecho, es así; hacemos lo que nos da la gana, pero lo hacemos todo<br />
mal. ¿Follar? Oh, sí, el mundo occidental moderno presume de haberse liberado de los tabúes del<br />
sexo. Pero no, no es cierto. Fíjense en ustedes mismos: sí, claro que han follado por ahí como<br />
conejos, pero ¿y qué? No habéis aprendido a disfrutar de lo que hacéis... ¿De qué les vale? ¡De<br />
nada! ¿A eso pretendéis llamarle <strong>libertad</strong>? En realidad sois esclavos, esclavos de la ignorancia.<br />
Los alumnos escuchaban en silencio, con la cabeza gacha, como si subliminalmente<br />
aceptaran cuanto se les estaba echando en cara; o a lo mejor tan sólo se trataba de pasotismo. El<br />
profesor volvió a tomar al palabra; antes, sin embargo, dio una última calada a su porro:<br />
—Pues sí, la verdad es que me hacía falta un poco de esta mierda. Necesitaba relajarme.<br />
Verán, ésta es la primera vez que doy clase y ya me había levantado un poco intranquilo. Dudé entre<br />
hacerme una pajilla o no... Al final no me la hice y...<br />
—Por nosotros no se corte, profe, usted mismo... —dijo el Estudiente Nº2 en tono jocoso y<br />
repartiendo miradas cómplices.<br />
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