La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf

a que se enfrentaba la humanidad consistía en encontrar un modelo sostenible que garantizara la
supervivencia de la especie y del planeta, para lo que hacía falta una buena dosis de coraje por parte
de todos y principalmente de los gobernantes. Añadió también que, según su punto de vista, le
parecía del todo irracional la defensa a ultranza del sistema de transporte actual como única
alternativa plausible, cuando un sistema de transporte colectivo y de mercancías movido por
energías renovables era mucho más efectivo, empezando por que reduciría drásticamente el número
de kilómetros construidos en relación con los que hay ahora, liberando muchos más espacios para
los bosques y la vida natural. El fiscal estaba aún muy lejos de dar su brazo a torcer y arguyó que
las energías renovables eran insuficientes para alimentar un sistema de transporte que cubriese las
expectativas creadas. El Sistema tomó de inmediato la palabra, casi sin dejar una pausa de por
medio y a punto de atropellar la facultad del presidente del Tribunal a autorizar su intervención, y
dijo que las energías renovables se podían entender insuficientes si se seguía pensando de acuerdo
con el patrón actual de consumo de energía que, en su humilde opinión, rendía culto al despilfarro
más desenfrenado. Porque, siguió, un tren no tenía por qué alcanzar los 300 km/h. siempre y cada
una de las veces que se decidiera ponerlo en marcha; para ciertos tipos de transporte, como el de
mercancías, era suficiente en la mayoría de los casos con una velocidad mucho más moderada,
dando por sentado que incluso en el caso de las personas el hecho de llegar unos minutos más tarde
tampoco tenía por qué representar una tragedia. También dijo que la sociedad debería invertir su
tendencia al consumo ilimitado de energía y recursos naturales pensando sólo en las necesidades del
momento, cuando lo razonable sería hacer la operación en la dirección contraria, es decir, adaptar
las necesidades a las posibilidades energéticas de cada momento, entendidas en su conjunto, con
todas las externalidades y costes medioambientales que implicaban su uso.
En referencia a las colas en los sistemas sanitarios de la Seguridad Social, se defendió
aduciendo que la culpa residía, una vez más, en la creencia falaz e inexplicable de la perennidad de
los recursos disponibles asumida por la mayoría de la gente, con una naturalidad que rayaba la
locura. De nuevo remarcó la idea de la confusión reinante acerca de aquello que se estimaba
deseable y aquello otro que era estrictamente posible en la práctica. Por supuesto, dijo, la asistencia
sanitaria ilimitada era uno de los bienes más deseables y demandados por parte de todos los seres
humanos con buen uso de razón; no obstante, continuó, a la hora de recibir dicha asistencia muy
pocos se planteaban los costes elevadísimos que en muchos casos suponía. Lo más sensato, sugirió,
sería establecer ciertos límites —muy medidos, muy meditados— por muy impopulares y, en
algunos casos concretos, injustos que pudieran resultar, evitándose con ello un endeudamiento
descabellado por parte de los estados que, además, comprometiera a las generaciones futuras de
manera irreversible. También hizo hincapié en que se necesitaba un cambio de mentalidad profundo
61