La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
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Pero, sí, todo parecía ir sobre ruedas para el muy respetable Sr. Blankgeist aquella mañana<br />
en que se iniciaba la ya mencionada y peculiar conferencia secreta en Davos, que él mismo<br />
presidía. Aunque el solo hecho de que la conferencia se hubiera convocado, y su carácter<br />
secreto, hacía suponer que algún nubarrón proyectaba su sombra sobre tan, en apariencia,<br />
prometedor horizonte, de ahí que la atención de los participantes fuera máxima.<br />
El banquero por fin tomó la palabra desde la tribuna:<br />
—Estimados señoras y señores, como muchos de ustedes ya saben, y pongo por testigo a<br />
nuestros hinchados bolsillos, las perspectivas de enriquecimiento para todos nosotros, vamos,<br />
para menos del 1% de la población mundial... en los próximos años se prometen fastuosas y<br />
abundantes; nos estamos forrando como nunca antes en la historia, para qué negarlo, y la cosa<br />
no ha de quedar ahí: me complace anunciarles que... ¡lo mejor aún está por llegar! —aplausos<br />
—. Sin embargo lo que les propongo en el día de hoy, lejos de caer en la autocomplacencia, es<br />
mirar más allá de esta aparente situación de bienestar, más allá del corto plazo... Porque las<br />
previsiones más fiables de que disponemos nos hablan de un declive en nuestras ganancias<br />
que se dejará sentir, a mucho tardar, en aproximadamente una década —murmullos, inquietud<br />
en los asistentes—. Me temo que así es: a medio plazo se plantean algunas dudas ciertamente<br />
inquietantes... Mis queridos amigos, el caso es que sencilla y llanamente las posibilidades de<br />
sacar tan abultados rendimientos se irán agotando paulatinamente. Quiero decir, se nos puede<br />
acabar el chollo el día menos pensado.<br />
Los rumores aumentaron significativamente de intensidad, hasta el punto de cernirse un<br />
clima de ligera amenaza sobre la atención de los presentes, pero el muy respetable Sr.<br />
Blankgeist no se inmutó y siguió con su concienzuda disertación:<br />
—Si se estima que la deuda media familiar, en todos los países civilizados, no deja de crecer<br />
en la misma proporción en que menguan los sueldos y asimismo aumenta la precariedad<br />
laboral, no hace falta ser un genio de las matemáticas para darse cuenta de que la cuerda<br />
empieza a tensarse, y de que en no mucho tiempo podría llegar a romperse. Los mismo ocurre<br />
con los estados: ¿hasta dónde podremos seguir exprimiéndolos? ¿Y qué me dicen de los<br />
yacimientos de petróleo? Se están agotando mientras se incrementa de manera dramática la<br />
demanda de energía (sí, sí, los negros también quieren aire acondicionado, ¡quién lo diría!,<br />
porque... ¿no fue la propia evolución la que les dotó de esa execrable piel oscura precisamente<br />
para aguantar mejor el calor, tal y como hacen los monos?). Pero no sólo eso: las reservas de<br />
agua potable se mantienen bajo mínimos de manera sistemática, descendiendo a ojos vista; el<br />
suelo cultivable merma en miles de hectáreas al año debido al cambio climático (por cierto, el<br />
calentamiento global propiciará algunos negocios jugosos en Siberia, todo el mundo querrá<br />
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