La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf

elleza física...
—Así es, los interinos y los fracasados somos adefesios por necesidad intrínseca.
—Y usted más que ningún otro. Es más feo que un sapo.
—Para qué negarlo, no conozco a ningún empollón que haya sido guapo.
—No me diga que fue un empollón...
—En la misma medida que mi fealdad, si es que ambas cosas no son equivalentes... Ahora
bien, es increíble cómo la belleza de un hombre aumenta a la par que el grosor de los fajos de
billetes que va acumulando. Si tuviera un par de buenos millones chiquitas como tú me vendrían
con las bragas en la mano. No tengo la menor duda.
—Qué más quisiera usted, ¡depravado! El hecho de que no tenga donde caerse muerto, lo
cual es evidente, demuestra que no es tan inteligente como presume.
—Nunca he pretendido ser inteligente, tan sólo he intentado acumular algo de sabiduría.
Son dos cosas distintas, aunque la sabiduría no vale un pimiento en el mundo que nos asiste. Es el
peor de los negocios posibles.
—Es usted un cuentista y un liante de primera —dijo de pronto el Estudiante Nº4—, si
fuera cierto que sabe tanto como quiere dar a entender ya se habría sacado la plaza que ahora ocupa
como interino. Menudo comemierda.
—Muy bien, cachitas, una observación muy aguda. A ver, ¿sacas buenas notas?
—Por supuesto, las mejores.
—Si eso es cierto no me equivoco cuando afirmo que a lo único que te dedicas es a darte
atracones de memoria, página tras página. Peor aún: memorizando resúmenes de resúmenes, a saber
de quién... Pero no te culpo, es lo único que te exigen. A lo mejor incluso si alguna vez osaras dar tu
propia opinión o exponer una teoría con tus propias palabras acabarían suspendiéndote.
—A mí ese tipo de disquisiciones no me interesan, lo único que me preocupa es aprobar.
—Haces bien, serás un triunfador. Ésa es la clase de gente que se demanda: gente que se
dedica a repetir como una cotorra todo cuanto le echen encima, sin espíritu crítico, mentes vacías y
maleables que puedan rellenarse como a un pavo en Nochebuena. Te envidio. A mí nunca se me ha
dado bien memorizar, siempre he intentado entender. Y así me va.
—Sí, ya veo —dijo la Estudiante Nº3 con una sonrisa irónica—, y a continuación nos va a
intentar convencer de que nuestra vida es una basura en comparación con la suya, auténtica y
moralmente superior. Empieza a darme pena, puf.
—Oh, no, señorita, supongo que todo es relativo, o casi todo... Quiero decir que si yo fuera
usted y tuviera que comer un par de rabos para progresar en la vida es posible que...
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