La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
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doble sentido, que en realidad es uno, porque todo es dual y uno a la vez. Se entiende Bartola y<br />
bartola: la una con mayúsculas, con minúscula la otra. Y así es como la Gran Noble Verdad de la<br />
Bartola termina por dividirse en tres mandatos, irrenunciables para el verdadero aspirante a la<br />
realización espiritual última:<br />
1-<br />
Cultivar la bartola (con minúscula)<br />
Es decir, la panza. Significa que nadie, haga lo que haga, debe dejar pasar la<br />
oportunidad de expandir su tripa como una bestia ciega, tal como lo haría el animal sagrado,<br />
el cerdo de pocilga corriente, sublime ejemplo de comportamiento y fuente de moral<br />
inagotable. Lo cual se traduce en el imperativo sagrado de comer como un auténtico gorrino.<br />
<strong>La</strong> cerveza, el jamoncito y unas tapitas de callos es lo que se recomienda como vehículo<br />
para la Práctica Más Sagrada.<br />
2-<br />
Rascarse la bartola (también con minúscula)<br />
Una actitud básica para aspirar a la felicidad consiste en, literalmente, rascarse la<br />
polla durante el mayor tiempo posible y sin excusas que valgan, para lo cual se recomienda<br />
prepararse unas oposiciones y hacerse funcionario.<br />
3-<br />
Tirarse a la Bartola y a la bartola<br />
Tirarse a la Bartola (con mayúsculas), aparte de la posibilidad de beneficiarse de la<br />
puta de la Bartola, estrictamente hablando, que tan buena disposición mostraba, representa<br />
universalmente una actitud hacia toda la naturaleza femenina sin excepción, lo cual se<br />
traduce en un imperativo de poner mirando hacia Cuenca a toda hembra viviente y proceder<br />
en consecuencia. Tirarse a la bartola (con minúsculas) es abandonarse a la vida: pasar<br />
olímpicamente de todo, hacerse el sueco y darse la gran vida, es decir, renunciar al<br />
sufrimiento por la vía rápida: si no deseas sufrimiento te basta con no sufrir, y ya está.<br />
En suma, la simplicidad de esta Gran Doctrina, en todo su conjunto, es tan asombrosa e<br />
inaudita que es difícil creer que alguien haya podido concebirla si no es por mediación directa y<br />
personal de la Divinidad. Pero todavía digo más: el hecho de que la propia Divinidad no se haya<br />
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