La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
aquel que descubrió cómo sacarle un filo a un trozo de piedra, y luego al metal, se lo hincó en el<br />
lomo de quien probablemente se tiraba a la más buena de la tribu; el incauto que se chamuscó las<br />
cejas cuando le estalló la pólvora en la cara, comprendió enseguida que prendiéndola dentro de un<br />
tubo con un boliche dentro convertía al oponente en picadillo antes de que pudiera rezar un<br />
padrenuestro; la brillante cabeza que concibió la fisión nuclear, no pudo resistir la tentación de freír<br />
cual espárragos a unos cuantos miles de nipones con un núcleo de plutonio que les lanzó encima. Y<br />
así sucesivamente. Desde los primordios hasta esta parte se ha perdido la cuenta de todas las peleas,<br />
enfrentamientos, injusticias, guerras, abusos, masacres y quebrantos que los animales sapiens y sus<br />
antecesores se han infligido entre sí todos los días de este mundo, sin que haya nunca decaído el<br />
ánimo, sin que nos hayamos concedido siquiera un fugaz minuto de tregua. Muy por el contrario,<br />
asombra el singular entusiasmo que todos hemos empleado en la ínclita tarea de sacarnos los ojos<br />
los unos a los otros a lo largo y ancho de los cientos de miles de años que ha durado nuestra azarosa<br />
evolución. Pero hubieron de superarse innumerables avatares —pasando por el nacimiento de las<br />
primeras civilizaciones a las guerras a gran escala, de la esclavitud a las encarnizadas luchas<br />
religiosas por prevalecer sobre las demás (y lo más cerca posible del poder)— y transcurrir muchos<br />
siglos hasta que, con el florecimiento de la filosofía y de la ciencia y el desarrollo de los estados<br />
modernos, alguien profirió una frase que resumiría todo el malestar de la humanidad y que por fin<br />
identificaría al culpable de tanta calamidad e infinito sufrimiento. Alguien dijo: “<strong>La</strong> culpa es del<br />
sistema”. Y quedó grabada a hierro y fuego para la posteridad.<br />
Desde entonces, con toda probabilidad, ha sido una de las frases que más se han repetido a<br />
lo largo de la historia reciente. Si no consigo empleo, “la culpa es del sistema”. Si suben los precios<br />
y se congelan los sueldos, “la culpa es del sistema”. Si se dejan morir a miles de seres humanos de<br />
hambre mientras se destruyen toneladas de alimentos excedentes, “la culpa es del sistema”. Pues<br />
bien, aprovechando que desde hace algunos años se vienen constituyendo tribunales internacionales<br />
especiales para juzgar a criminales de guerra por delitos de genocidio y contra la humanidad, la<br />
Comunidad Internacional decidió que había llegado la hora de sentar en el banquillo de una vez por<br />
todas al principal culpable de todos los males que afectan y han afectado a todas las sociedades del<br />
planeta, es decir, a El Sistema.<br />
Al contrario de lo que todos esperaban, El Sistema acudió a la sede del Tribunal<br />
Internacional por su propio pie —dado que, como explicaron más adelante las autoridades, no<br />
ofreció ningún tipo de resistencia en su detención— y con el rostro descubierto (exhibiendo una tez<br />
bronceada y tersa), incluso contestando cortésmente y tono pausado a la avalancha de preguntas con<br />
las que los medios de comunicación le asediaban. Se trataba de un señor de mediana edad y<br />
mediana estatura, no se podía afirmar que moreno, aunque tampoco hubiera podido pasar por rubio,<br />
50