La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf
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El banquero hizo sonar una campanilla y, como por arte de magia, entraron a toda prisa en la<br />
sala dos enfermeros con una camilla. Cargaron al Sr. Empresario del Monopolio de la<br />
Alimentación y desaparecieron con la misma rapidez. El muy respetable Sr. Blankgeist,<br />
entretanto, volvió a tomar la palabra:<br />
—¿Se dan cuenta todos? ¿Qué soberana tontería es esa de que me dejo el pellejo quince<br />
horas porque me dan un bollito de mierda o cualquier otra bazofia? ¿Acaso pretende alguien<br />
que la gente se esclavice a sus puestos de trabajo a cambio de un ridículo alimento que sabe a<br />
rayos? ¡Claro que no! El ser humano es mucho más grande que todo eso: y lo es por el<br />
sencillo hecho de que... ¡es muy fácil manipularlo! No lo olviden nunca. De modo que,<br />
señoras y señores, el objetivo a lograr es ni más ni menos que éste: trabajo quince y más horas<br />
porque ¡ES DIVERTIDO!, ¡LA LECHE!, ¡ME PONE CACHONDO COMO UN MONO! Y<br />
ésa es la gran, GRANDIOSA, GRANDIOSÍSIMA REVELACIÓN, que tengo para todos<br />
ustedes en el día de hoy. ¿Alguna duda?<br />
Silencio de piedra. <strong>La</strong> idea era lo más brillante e inaudita que mente humana hubiera<br />
concebido en tiempo alguno. De esas ideas que, de tan extraordinarias, son capaces de marcar<br />
un antes y un después en la Historia y abrir nuevos e insospechados horizontes hacia el futuro.<br />
<strong>La</strong> esclavitud, al fin, acababa de ser desterrada de la faz de la tierra. <strong>La</strong> cuestión era simple: si<br />
no hay <strong>libertad</strong> no hay esclavitud, luego el hombre ha sido liberalizado... Era brillante.<br />
Insuperable. No cabía duda de que el muy respetable Sr. Blankgeist era un genio, un mecías,<br />
Jesucristo en persona, incluso parecía resplandecer. Los asistentes, repentinamente tomados<br />
por el éxtasis y la fuerza de tan fulminante revelación, se levantaron al unísono irrumpiendo<br />
en una salva de aplausos y vítores tan atronadora que hasta el suelo tembló como si se hubiera<br />
desatado un terremoto. El banquero les correspondió con un majestuoso ademán, su figura<br />
parecía enorme, gigante. Algunos refieren cómo en ese momento entraron haces de luz dorada<br />
por una de las ventanillas superiores de la sala y lo iluminaron de pies a cabeza como si<br />
ardiera en un fuego sacro, cegando a cuantos ojos se atrevieron a mirarle. Otras versiones aun<br />
hablan de una paloma blanca que, no se sabe de dónde, descendió como si flotara en el aire y<br />
se posó suavemente sobre su desnuda coronilla, santificándole y haciéndole parecer el<br />
mismísimo Dios hecho carne y hueso.<br />
Sin embargo, el muy respetable Sr. Blankgeist no estaba dispuesto a permitir que se desviara<br />
la atención sobre el asunto que había allí reunido a tan distinguidas personalidades. Con un<br />
gesto autoritario hizo señal para que cesara el bullicio y se sentaran todos, a lo cual los<br />
asistentes se avinieron con disciplina militar.<br />
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