La nueva libertad y otras 9 pajas mentales-pdf

F.: ¡Sí...!
M.: ¡No me lo puedo creer! ¡NO ME LO PUEDO CREER! ¡Es usted...! ¡Es usted! ¡Es
perfecto! ¡Perfecto!
F.: ¡Basta ya!
M.: ¡Está desesperado, la vida le maltrata, se siente insignificante!
F.: ¡No siga, no siga!
M.: Entonces vengo yo y le digo: “cómprese las plantillas magnéticas del Dr. Sanguijuela.”
F.: ¿Qué?
M.: ¡Y se las compra!
F.: ¿Que me las compro?
M.: ¡Claro que sí!
F.: ¡Pero por qué!
M.: Pues porque está usted de mierda hasta el cuello, ¡por eso!
F.: ¡Hay que joderse! ¿Pero qué tiene eso que ver?
M.: ¡Pues todo! Usted está vacío, no tiene nada de qué sentirse orgulloso, es un cero a la
izquierda: está listo para tragarse lo que le echen. ¡Es genial!
F.: ¡Pero bueno, me está haciendo picadillo! ¡Que yo también tengo mi coranzoncito!
M.: Esta bien, de acuerdo, es que me he dejado embargar por la emoción... Así es que es
usted maricón, ¿eh?
F.: ¿Pero quiere dejarlo ya? Ha hecho añicos mi amor propio y todavía sigue...
M.: No se enfade, hombre, es que le estoy estudiando.
F.: ¡No, ya...!
M.: Dígame tan sólo que vendrá todos los días a charlar conmigo.
F.: Pensará pagarme algo, ¿no?
M.: Por supuesto.
F.: ¡Menos mal! Llegué a pensar que tendría que trabajar gratis.
M.: No haría yo una cosa de esas con usted...
F.: Bueno, vaya, al menos demuestra tener sentimientos...
M.: Considerando que le hago un favor, estoy dispuesto a pagarle... (una cantidad irrisoria)
F.: Me da para los gastos...
M.: Para que vea...
F.: ...pero no me sobra para comer.
M.: Mientras pueda pagar las cuentas...
F.: Eso estaba yo pensando, pero...
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