Descargue el PDF - Museo Nacional
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Muy buenas noches y gracias por su presencia. Me resta agradecer de una manera muy<br />
especial a la doctora Olga Acosta y a la doctora María Victoria de Robayo por la invitación<br />
a participar en este evento. En primer lugar, voy a hacer referencia en la introducción a<br />
algunos conceptos básicos sobre r<strong>el</strong>igión, puntualmente sobre la palabra “r<strong>el</strong>igión” y la<br />
palabra “r<strong>el</strong>igioso”; esto porque necesito apoyarme, en razón de la brevedad, en una<br />
definición básica para entroncar con la forma en que algunos grupos amazónicos conciben<br />
lo pertinente a dichos términos.<br />
Voy a comenzar por dos palabras: la palabra r<strong>el</strong>igiens y la palabra negligens son<br />
las que constituyen <strong>el</strong> trasfondo de las palabras “r<strong>el</strong>igión” y “r<strong>el</strong>igioso”. Para explorar <strong>el</strong><br />
asunto, me voy a valer, en primer lugar, de una pequeña historia familiar. Mi madre era<br />
de Pamplona, Norte de Santander, Colombia. Era persona de muy escasos “latines”, es<br />
decir, con una instrucción que solamente llegó hasta segundo de secundaria. Mantenía un<br />
restaurante en dicha localidad, donde se hacían los mejores tamales d<strong>el</strong> mundo, porque los<br />
mejores tamales d<strong>el</strong> mundo son de Colombia, los mejores de Colombia son los d<strong>el</strong> Norte de<br />
Santander, los mejores d<strong>el</strong> Norte son de Pamplona, y los mejores de Pamplona eran los d<strong>el</strong><br />
restaurante Gambrinus, heredado por mi madre de la abu<strong>el</strong>a Dolores. Con esto quiero decir<br />
fundamentalmente que mi madre pertenecía al pueblo, al puro pueblo, y por eso era, entre<br />
muchas carencias y otras tantas ventajas, de escasos “latines”.<br />
Ella tenía sobre la r<strong>el</strong>igión una cierta apreciación que le venía de su raigambre política;<br />
era una liberal que destilaba rojo 2 y por lo tanto era anticlerical. Manejaba un concepto de<br />
“r<strong>el</strong>igión” y de “r<strong>el</strong>igioso” muy interesante. En mi casa se alojaba doña Filomena, una mujer<br />
ya entrada en años, “más flaca que una escoba” como decía mi madre; vestía siempre de<br />
negro impecable, muy escrupulosa, muy puntillosa; de esas personas que cuando la señora<br />
que nos hacía <strong>el</strong> aseo en la casa, arreglaba su apartamento, llegaba en la tarde y pasaba <strong>el</strong><br />
dedo por <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o y tanteaba a ver si había quedado algo de polvo; si restaba una brizna,<br />
armaba escándalo. Entonces mi madre decía que <strong>el</strong>la era una persona muy “r<strong>el</strong>igiosa”. No<br />
se refería a que <strong>el</strong>la fuera “camandulera”, de misa diaria, de mucha confesión, de mucha<br />
comunión o de mucha frecuencia con cosas de la iglesia. Entonces ¿por qué utilizaba la<br />
palabra “r<strong>el</strong>igiosa” La manejaba dándole <strong>el</strong> contenido de “escrupulosa”, detallista hasta <strong>el</strong><br />
extremo, puntillosa, quisquillosa, cuidadosa, puntual.<br />
Vine a saber de dónde provenía tal manejo de la palabra muchos años después,<br />
cuando –ya en la universidad– consulté diccionarios, buenos diccionarios, y allí encontré<br />
que la significación básica de la palabra “r<strong>el</strong>igioso” era “escrupuloso”, y esto siguiendo<br />
2 En Colombia, <strong>el</strong> distintivo político d<strong>el</strong> Partido Liberal es <strong>el</strong> rojo; color que le<br />
escamotearon los marxistas. El azul lo es d<strong>el</strong> Partido Conservador.<br />
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Lo sagrado y lo profano y <strong>el</strong> espacio d<strong>el</strong> museo . Fernando Urbina Rang<strong>el</strong>