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eplicándole al abuelo sabedor que formuló tal advertencia: “Mire, no es más que nos
muestre dónde están esos tipos y los sacamos a bala”. Medida militar. Simple. Expedita. Por
fortuna allí no se estableció la pretendida gran base 6 en reemplazo de la de Tres Esquinas,
aunque se siguen haciendo intentos.
6 En la cabecera del aeropuerto construido por los presos de la extinta Colonia Penal de Araracuara, situado en
la cima plana de la colina, fue instalada y duró en funcionamiento varios años una “discreta” base de la DEA,
asistida por unos cuantos soldados norteamericanos que cuidaban un radar para control del narcotráfico,
muy activo en la región. Los abuelos sabedores, responsables de tratar con los dueños míticos de la región
para el buen funcionamiento del territorio y de la sociedad que lo vive, se soliviantaron en grado sumo
cuando la agencia ordenó practicar perforaciones en la meseta, en orden a obtener agua potable (la del
río no es muy buena para consumo humano, sobre todo si es con destino a panzas gringas). Eso implicaba
“sacar a flote lo que estaba tapado, sellado y contenido por el peso de la meseta, con riesgo mortal para
las gentes de las comunidades”. Lo primordial está abajo, guardado. Los norteamericanos terminaron
trayendo el agua potable en aviones desde su base en Panamá que, además de transportar periódicamente
reemplazo de personal, cargaban todo lo que se comían, con excepción del bazuco que les suministraban
los lugareños, con profunda indignación del comandante del Ejército nacional, acantonado en la zona –al
otra lado del río– para cuidar a los norteamericanos de la guerrilla. La base tuvo que ser evacuada tan pronto
las Farc tomaron el control total de la comarca por varios años. No se ha reinstalado el radar, si bien las
Farc no tienen ya el control pleno del lugar. Además, servía de muy poco pues pilotos norteamericanos y
colombianos, entrenados en las técnicas aéreas aplicadas en Vietnam, podían sortear el chisme tecnológico
volando bajito, a ras de selva, con sus naves repletas de cocaína o insumos para su procesamiento.
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Lo sagrado y lo profano y el espacio del museo . Fernando Urbina Rangel