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Quisiera agradecer a los directivos del Museo Nacional todo lo que han trabajado para que
este evento sea posible. Para nosotros es una oportunidad para compartir lo que llamamos
“el conocimiento ancestral”. Primero que todo, quisiera expresar un poco la frase de los
mamos cuando dicen “cada uno de nosotros fuimos dejados en un territorio con unas leyes
y unas normas para cumplirlas; y el hermano menor también lo tiene, ellos tienen la creencia
de la Biblia del nacimiento de Jesucristo, y eso es verdad, pero eso es de ellos y ahí están
sus normas, y lo nuestro está en la Sierra”.
Entrando un poco sobre la visión del objeto sagrado, el Creador es otro pero los
elementos son una representación del Creador. Cada elemento que existe en la naturaleza,
cada uno de ellos, tiene un padre distinto y en su representación hay una figura. Esa figura
puede ser de barro, piedra u oro, pero para nosotros tiene el mismo valor porque representa
a nuestro Padre y a nuestra Madre. El cumplimiento de esa norma, que tiene que ver con las
prácticas ceremoniales, es la que hace que los padres y las madres puedan lograr que los
elementos de la naturaleza funcionen de una manera equilibrada. De esa manera puede el
verano darse en su tiempo, la lluvia caer sin hacer daño y los temblores tampoco hacer daño,
que todos los elementos de la naturaleza tengan una función equilibrada y que no haga
daño a sus hijos, que somos nosotros.
Cuando hablamos de un elemento sagrado, bien sea de oro, para nosotros es
importante que esté en su lugar, porque representa el dios y a la vez es el espíritu hijo de
ese Creador. A través de él es que nosotros ofrendamos y el Padre recibe. Cuando nosotros
dejamos de tener la comunicación con este objeto y llega a parar en otro sitio, como no es
un elemento, es un espíritu que está ahí, entonces nosotros consideramos que está preso,
que está en otro lugar. Es ahí donde nosotros no podemos seguir cumpliendo las normas
para que la naturaleza tenga esa función equilibrada. De esa manera vemos nosotros los
elementos sagrados. Las personas, para nosotros, nunca se convierten en sagradas, nunca.
En el caso de la persona que manejó el conocimiento, su espíritu sigue en comunicación
con nosotros y ayuda, pero ella nunca es la persona sagrada. Cuando se saquea una tumba
y se llevan lo que llaman “momia”, que son nuestros padres, nuestros abuelos, al igual que
a ustedes, a nosotros nos duele, aún más porque siempre pensamos que mantenemos la
comunicación con el espíritu de nuestro antepasado.
Como decía Pablo, nosotros podemos compartir este conocimiento a través de la
fotografía y el video. Por ello conformamos un equipo indígena y hemos realizado algunos
videos. En este caso, en este espacio, queremos compartir las voces de los mamos, las voces
de los mamos kogui y wiwa, sobre estos elementos sagrados.
Amado Villafaña
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Los sewás prisioneros . Pablo Mora Calderón
Amado Villafaña