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consideración que lleva al desarrollo de una conceptualización jurídica que le permita
desde el ámbito cultural –y no solamente medioambienta–proteger y salvaguardar la Sierra
Nevada de Santa Marta y lo que los pueblos indígenas llaman la “línea negra”, una frontera
que va mucho más allá de la actual frontera territorial legalmente constituida, y que tiene
que ver justamente con puntos de sitios sagrados de una importancia crucial, no desde
una perspectiva patrimonial sino de una perspectiva de supervivencia cultural. La discusión
que plantean los indígenas entonces no es una discusión como las que solemos hacer
nosotros, en el ámbito académico, del interés o la curiosidad por ampliar las fronteras del
conocimiento a propósito de ciertos procesos históricos, sino una propuesta “viva” de lo
que está ocurriendo con esos sitios sagrados, con esos objetos patrimoniales que ponen
en peligro la supervivencia cultural de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa
Marta.
Las cuatro demandas que mencionaba son las siguientes: revisar el marco jurídico que
le permita a los pueblos indígenas tener instrumentos que combatan o frenen las propuestas
de desarrollo de megaproyectos en zonas de la frontera de la “línea negra” de la Sierra
Nevada de Santa Marta. Los casos de la represa de Besotes y la de Ranchería, y el puerto
“multipropósitos” de la empresa Brisa, que son proyectos que están incrustados dentro del
territorio ancestral indígena, pero especialmente en zonas de densa significación cultural y
religiosa; es decir, son proyectos que están atentando directamente con el espacio sagrado
de la Sierra Nevada de Santa Marta.
La siguiente demanda tiene que ver con la perspectiva de un diálogo formal para llegar
a un consenso o una concertación del manejo del parque arqueológico que conocemos
nosotros como Ciudad Perdida y que ellos conocen como Teyuna, un espacio sagrado
también para ellos. Es una iniciativa que no arranca obviamente en 2008, pues tiene viejos
antecedentes, en el que las organizaciones indígenas reclaman estudiar la posibilidad del
comanejo o de la entrega definitiva del parque, dada la importancia cultural vigente, viva,
para los pueblos indígenas de ese enclave que para los arqueólogos es un enclave tayrona.
Otro punto tiene que ver con la pertinencia de la representación de ciertos objetos en
los espacios ajenos a la Sierra Nevada; es decir, la discusión sobre los objetos que reposan
en las colecciones, algunos de los cuales están visibles en las vitrinas del Museo Nacional
o del Museo del Oro y de otros museos, o de colecciones particulares. Evidentemente,
las peticiones para ese diálogo formal generan tensiones, que cruzan distintos intereses,
imaginarios y concepciones de esos objetos, de esos lugares, de esos territorios y que
podemos, digámoslo así, discriminar entre las visiones de los funcionarios asignados
y competentes en el manejo de estos temas y los académicos expertos, entre los que
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Los sewás prisioneros . Pablo Mora Calderón
Amado Villafaña