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consagración del país al Sagrado Corazón a comienzos del siglo XX después de la guerra
de los Mil Días. Sin embargo, hay toda una tradición colonial que representa a santos
que intercambian su corazón con Cristo, como es el caso de esta santa Gertrudis que
se encuentra en la iglesia Santa Clara, uno de los temas más repetidos en la iconografía
colonial, que va a tener una evolución hasta este momento que he mencionado, la
consagración del país al Sagrado Corazón. La continuidad la quisimos mostrar con la banda
presidencial que empleó Laureano Gómez para su posesión. ¿Por qué la banda presidencial
Para quienes no vieron la exposición, al levantar el escudo nacional bordado sobre la banda,
se encuentra debajo el Sagrado Corazón. Esto es lo que nos permite hablar de toda una
“teología política” que ha acompañado a este país, digamos, sin mayores problemas, sin
mayores variaciones, desde el siglo XVII hasta el presente.
Por no ahondar en más ejemplos, desde esta perspectiva se construyeron diálogos
entre lo secular y lo profano: los huesos, por ejemplo, a partir de una obra de León Ferrari
que habla simbólicamente de la “fosa común”, el “desaparecido”, y lo que ello significa
en el Cono Sur durante los años setentas y ochentas; estuvo en correlación con otros
relicarios, especialmente uno en forma de árbol cuya base es un fémur, cada rama contiene
una casillita que contiene un fragmento del cuerpo, quijada, cráneo, etcétera. Por su parte,
la sangre, además de redomas y vestidos, el diálogo estuvo complementado con obras
impactantes como Los labios de Tomás, de Marina Abramovi’c, o los destrozados cuerpos de
los san Pedros Alcántaras, imágenes con un gran juego de ensangrentamiento.
Un segundo tema que nos pareció importante desarrollar es la relación entre cuerpo,
la desnudez y la violencia. La interacción se ejecutó a través de varias obras: dos videos de
Abramovi’c, Adán y Eva coloniales, obras de Débora Arango, Louis Bourgouis, Gregorio
Vásquez, Alejandro Obregón… obras con un lugar común: juegan con la idea del desnudo.
La idea del desnudo tiene múltiples facetas, remite sagradamente al paraíso, la desnudez
como retorno a la inocencia, pero también secularmente, la idea de la censura, la violencia,
lo prohibido. Esto es enfrentar Friné-Bailarina en reposo de Débora Arango con una pintura
de María Magdalena del siglo XVII semidesnuda y que fue repintada, cubierta, en el siglo
XVIII, cuando cambió la idea de la desnudez. Ambas obras hablan de la censura, del temor
al desnudo, a pesar de los siglos que las separan. Este diálogo secularización-sacralización
lo pusimos en juego también con una obra emblemática del arte colombiano, Violencia de
Alejandro Obregón, al frente de una de Gregorio Vásquez, La Anunciación, dos formas de
portar el vientre: lo que va del vientre violado al vientre “anunciado”, allí encontramos esa
relación paradójica con respecto a los usos del cuerpo.
También el tema está relacionado con la sacralidad del cuerpo. Una de las mejores
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De lo sagrado barroco a lo profano contemporáneo . Jaime Humberto Borja Gómez