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la contratación, es decir, para que puedan “tumbarse al muñeco”, en otras palabras, matar,
asesinar a aquella persona señalada y por cuya muerte les pagan; el compromiso con la
Virgen incluye que a ellos no los descubran y encarcelen. Si les sale bien el asunto, si les sale
bien el negocio, le cumplen la promesa a la Virgen; bien puede ser una donación para la
iglesia del barrio, para alguna obra de caridad o sacrificarse en algo: no seguir bebiendo, no
pegarle a la esposa, llevar cumplidamente la mesada familiar… para lo que fuere.
En dicho acto –aparentemente tan contradictorio con el culto a la Virgen, un ser tan
candoroso que hasta virgen quedó después de parir un dios– se recupera un concepto de
lo religioso que es aquel sobre el que quiero llamar la atención. Es que lo fundamental de lo
divino en sus estadios originales, antes de que la religión se hubiera moralizado (decálogo),
era un asunto simplemente de manejos de fuerza y de poder. A la Virgen María la invoca el
sicario para cometer un asesinato simplemente porque es una poderosísima fuerza que él
va a poner a su servicio a través de un compromiso. Allí el personaje divino 3 no es moral, no
tiene una moralidad expresa, es neutro, es sólo y exclusivamente “poder”, un poder que se
puede manipular si se dan los pasos apropiados.
Es andando los milenios que los hombres, al afinar su ethos van, o bien
“descubriendo” un dios que tiene un aspecto moral o que es eminentemente moral,
dirigido hacia el bien (amor y justicia), o bien van “construyendo” un dios a partir de
idealizar lo mejor del hombre (la belleza, la bondad, el amor y la justicia), haciéndolo
paradigma de moralidad y cuya principal tarea parecería consistir en hacerle bien a la
humanidad, la cual llega a sentirse –mediante una operación de rebote– hecha a su imagen
y semejanza.
Una fórmula en la práctica religiosa de las religiones más arcaicas consistió en concebir
dioses primordiales como pura fuerza, hacedores de la materia prima del kosmos, violentos
y capaces de consumir todo nuevamente en el caos original; a-morales, indiferentes; estos
terribles primordiales fueron dejados en la penumbra 4 y fueron seguidos por unos seres
divinos en los que se mezclaba caprichosamente la bondad con la maldad; de ahí se siguió a
postular la existencia de unos dedicados al bien y otros dedicados al mal 5 . Más o menos esa
3 En estricta teoría teológica cristiana, la Virgen María no es una diosa;
pero para los usos normales funge como una divinidad.
4 Deus otiosus: ociosos, sin uso inmediato por cuanto su función inicial –el cosmos básico no muy
organizado– había concluido. Quedan en penumbra para echar mano de ellos solo en los momentos
más decisivos, extraordinarios y preocupantes para la comunidad. Pero son incómodos por su exceso
de fuerza, incontrolables. Los que le suceden –completan la obra de la creación– son más manejables,
más fáciles, más manipulables, menos aniquilantes; pueden ser de uso cotidiano, personales.
5 No perder de vista la extrema relatividad de estos conceptos: los sabedores amazónicos dicen: “Lo bueno
para el hombre generalmente no es bueno para el animal”. Y al contrario. Si bien los sabedores amazónicos
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Lo sagrado y lo profano y el espacio del museo . Fernando Urbina Rangel