Descargue el PDF - Museo Nacional
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objeto autónomo y, por <strong>el</strong> otro, como uno que está involucrado en <strong>el</strong> espacio. Espaciadas<br />
entre sí, las tres partes permiten que la luz proveniente de las ventanas de la iglesia entre a<br />
su interior. De esta manera es localizable y está entretejida en <strong>el</strong> claro espacio gótico.<br />
Vistas desde la nave de la iglesia, estas tres formas en cruz de alturas diferentes estaban<br />
dispuestas interactuando de tal modo que entre <strong>el</strong>las atrajeran la atención sobre la pieza<br />
central. Entre <strong>el</strong>las se creaban dos espacios, uno externo y otro interno, tan importante para<br />
Chillida, que se abrían hacia <strong>el</strong> ábside de la iglesia. Estaba formada como un vacío y sostenía<br />
las fuerzas de las masas de piedra en tensión. El vacío y la materia se convertían así en la<br />
base de esta escultura. Ella, con aqu<strong>el</strong> centro sentido de su espacio interior, estaba puesta<br />
en <strong>el</strong> punto d<strong>el</strong> cruce de los ejes transversal y longitudinal de la iglesia. Este posicionamiento<br />
se dejaba sentir por <strong>el</strong> visitante de manera sensible. De esta manera, la cruz y <strong>el</strong> espacio se<br />
unían.<br />
El altar está directamente sobre <strong>el</strong> piso, que después de la restauración es de<br />
concreto liso. Además, la iglesia restaurada luce una mampostería cruda color gris-crema<br />
y las ventanas tienen una lámina de vidrio cauterizado para su protección. Cuando no se<br />
está c<strong>el</strong>ebrando la misa, no hay bancas ni sillas. De esta manera se abre ante <strong>el</strong> visitante<br />
un espacio desnudo y austero. Solo para la misa se enfilan nuevamente las sillas, pero<br />
inmediatamente después son retiradas en una acción mancomunada de la comunidad.<br />
El altar fue utilizado por primera vez como mesa para la c<strong>el</strong>ebración de la eucaristía con<br />
la reapertura de la iglesia a principios de septiembre de 2000. El mant<strong>el</strong> de altar era puesto<br />
sobre los bloques de piedra y sus dinámicos entre-espacios vacíos como un <strong>el</strong>emento<br />
unificador. El sacerdote, después d<strong>el</strong> momento central eucarístico de la acción, otorgaba<br />
<strong>el</strong> momento sagrado de la encarnación de Dios en medio de su comunidad en ese centro<br />
vacío. El altar ganaba así una presencia dinámica y una gran popularidad. El arzobispo de<br />
Colonia c<strong>el</strong>ebró en este lugar <strong>el</strong> sacramento de la confirmación, <strong>el</strong> obispo de Essen ordenó<br />
como sacerdotes a tres diáconos y varios científicos de la liturgia estudiaron repetidamente<br />
la r<strong>el</strong>ación impresionantemente vívida entre la significación artística y teológica. La escultura<br />
llevaba dos años de uso litúrgico sin haber sido cuestionada, hasta que en <strong>el</strong> año 2002, le<br />
llegó al arzobispo de Colonia un escrito de la Congregación Romana para <strong>el</strong> Santo Oficio<br />
con una objeción expresa. En esta intervención se objeta específicamente que <strong>el</strong> altar no<br />
poseía una mensa domini; es decir, una superficie unificada, sino que estaba fragmentada en<br />
tres partes y solo tenía en <strong>el</strong> centro la forma de cruz 5 .<br />
El arzobispo de Colonia reacciona de manera muy sensible a esta intervención inusual<br />
5 Véase más detalles y análisis teológicos en Schlimbach (2009, 361-365) y Weig<strong>el</strong> (2007, 283-305).<br />
[50]<br />
Espacio sagrado-espacio museal . Friedh<strong>el</strong>m Mennekes