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niños, sus propios contraespacios, sus utopías situadas, sus lugares reales fuera de todo
lugar. Por ejemplo, están los jardines, los cementerios; […] los asilos, los burdeles, […] las
prisiones, […], y muchos otros […]. (Foucault, 1984:46-49)
Como las clínicas psiquiátricas, los asilos de ancianos y el cine. Foucault clasifica las
heterotopías de acuerdo a lo que están ligadas. Por ejemplo, las ligadas a cortes en el
tiempo, como el jardín que postula como la heterotopía más antigua, creación milenaria y
lugar de la utopía, rememorando el jardín persa que posee en el centro un espacio sagrado,
una fuente y un templo. Los museos y las bibliotecas, que habiendo sido creados en los
siglos XVII y XVIII, son heterotopías propias de nuestra cultura. O heterotopías ligadas a la
fiesta, como los espacios de las ferias, del teatro y de la casa de citas. Heterotopías ligadas al
pasaje, como los colegios, los cuarteles, las prisiones. Heterotopías abiertas como el motel
estadounidense y cerradas como las prisiones… y como el convento, agregaría yo.
La iglesia de Santa Clara, como parte de un todo que fuera el convento, representa
una heterotopía cerrada (imagen 3) de tránsito, de purificación. Fundado en otro espacio
heterotópico, el de una colonia española, su espacio hoy y desde una interpretación
curatorial puede ser interpretado como un palimpsesto de heterotopías, donde unas
se sobreponen a otras, según lo sucedido allí en diferentes momentos de la historia, y
también según el interés de quien interrogue al espacio y a las imágenes que porta este
lugar de memoria. De acuerdo a Carlos Rincón, el palimpsesto entendido como medio que
almacenaba y borraba a la vez la memoria,
[…] proporcionó a la vez un modelo tanto de la memoria como del olvido […]. Esa
dicotomía, transmitida y repetida durante siglos, fue puesta en cuestión por el modelo
metafórico de la memoria como palimpsesto, pues demostraba que nada es olvidado,
no en el sentido de negar el olvido, sino de la latencia: lo olvidado está todavía presente,
aunque no sea pensado necesariamente como disponible. (Rincón, 2010:26)
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El Museo Iglesia Santa Clara . María Constanza Toquica Clavijo