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Catecismo Romano - coro san clemente i

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Además de esto, cada uno está destinado en esta Iglesia a su propio oficio; porque unos están puestospor Apóstoles 396 , otros por Doctores, y todos para el bien público, por lo tanto a unos toca presidir y enseñar, ya otros obedecer y sujetarse.XXVI. Los malos no participan de los bienes espirituales de la Iglesia.159. Mas de tantas y tan grandes mercedes y bienes que Dios concede a toda la Iglesia solamente gozanlos que haciendo una vida verdaderamente cristiana, son justos y amigos de Dios. Pero los miembros muertos,esto es, los hombres esclavos de sus culpas y apartados de la gracia de Dios, aunque no estén privados delbeneficio de ser aun miembros de este cuerpo, mas como son miembros muertos, no participan del frutoespiritual que llega a los virtuosos y justos. Bien es Verdad, que por estar aún dentro de la Iglesia, son ayudadospor los que viven espiritualmente para recobrar la gracia y vida que perdieron, y perciben algunos frutos de quesin duda alguna están privados los que se hallan fuera de la Iglesia.XXVII. Las gracias gratis dadas, y todos los demás dones son comunes a toda la Iglesia.160. Ni solamente son comunes en la Iglesia aquellos dones y gracias que hacen a los hombres justos yamigos de Dios, sino también las gracias gratis dadas, entre las cuales se cuentan la ciencia 397 , la profecía, eldon de lenguas y milagros y otros de esta calidad, los cuales se comunican a veces aún a hombres malos, nopara su particular provecho, sino para el bien público y edificación de la Iglesia ; porque la gracia de <strong>san</strong>ar, porejemplo, no se da para favorecer aquel que está dotado de ella, sino para salud del enfermo. Finalmente nadaposee el hombre verdaderamente cristiano, que no deba juzgar serle común con todos los demás, por lo cualcada uno debe estar pronto y dispuesto para socorrer las miserias de los necesitados. Pues el que está dotado deestos bienes, si viendo en necesidad a su hermano no le socorriere 398 , convencido está enteramente de que nohabita en él la caridad de Dios. Siendo, pues, esto así, es bastante manifiesto que gozan de cierta felicidadquienes están en esta comunión, y que de veras pueden decir con David: “Oh cuán amados son tustabernáculos, Señor, Dios de las virtudes. ¡Codicia y desfallece mi alma, deseando las moradas del Señor! Y¡bienaventurados, Señor, los que moran en tu casa!” 399 .396 “Et ipse dedit quosdam quidem apostolos, alios autem pastores et doctores.” Ephes., IV, 11.397 ―Así el uno recibe del Espíritu Santo el don de hablar con profunda sabiduría: otro recibe del mismo Espíritu el don dehablar con mucha ciencia. A este le da el mismo Espíritu una fe o confianza extraordinaria, al otro la gracia de curarenfermedades por el mismo Espíritu. A quien el don de hacer milagros, a quien el don de profecía, a quien discreción deespíritu, a quien don de hablar varios idiomas, a quien el de interpretar las palabras.‖ I, Corint., XII, 8, 9, 10.398 ―Quien tiene bienes de este mundo, y viendo a su hermano en necesidad, cierra las entrañas para no compadecerse deél: ¿cómo es posible que resida en él la caridad de Dios?‖ I, Joan., III, 17. ―Caso que un hermano o una hermana esténdesnudos y necesitados del alimento diario, de qué les servirá que alguno de vosotros les diga: Id en paz, defendeos del fríoy comed a satisfacción, si no les dais lo necesario para reparo del cuerpo?‖ Jacob., II, 15, 16.399 ―¡Cuan dignas de amor son vuestras moradas, Señor de los ejércitos!, mi alma suspira y desfallece por los atrios delSeñor.‖ Psalm., LXXX, 2. ―Bienaventurados, Señor, los que moran en vuestra casa.‖ Psalm., LXXXIII, 5.102

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