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Catecismo Romano - coro san clemente i

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igual cuidado deben proceder también los Pastores cuando en la explicación de este misterio quieran tratar decómo puede ser que todo el Cuerpo de Cristo esté contenido aun en la más mínima partícula del pan, pues muyrara vez podrá convenir mover tales disputaciones. Mas si lo pide alguna vez la caridad cristiana, procuren antetodo fortalecer las almas de los fieles con aquella sentencia: “Nada hay imposible para Dios” 724 .XLIV. Cristo está en la Eucaristía a manera de substancia y no ocupa lugar.445. Después enseñarán que Cristo Señor nuestro no está en el Sacramento como en lugar. Porque ellugar se conforma con las cosas, según que son grandes o pequeñas. Y no decimos que Cristo Señor nuestroesté en el Sacramento como grande o pequeño, que es lo que pertenece a la cuantidad, sino según que essubstancia. Porque la substancia del pan se convierte, no en la cantidad pequeña o grande de Cristo, sino en susubstancia. Y nadie duda que la substancia igualmente se halla en un espacio pequeño que en uno de grande.Como la substancia del aire y toda su naturaleza tan entera está en una parte pequeña como en otra mayor;como también toda la substancia del agua no menos está en un pequeño recipiente que en un río. Convirtiéndose,pues, la substancia del pan en Cuerpo de Cristo Señor nuestro, es preciso reconocer queenteramente está en el Sacramento en aquel mismo modo que estaba la substancia de pan antes de laconsagración, y que esto sea en pequeña o grande cantidad no hace al caso.XLV. En el Sacramento están los accidentes sin substancia.446. Resta ahora declarar lo tercero que en este Sacramento parece no menos grande que maravilloso,lo cual, explicados ya los otros dos milagros, fácilmente podrán tratarlo los Pastores; esto es, que las especiesde pan y vino están en este Sacramento sin sujeto alguno. Porque habiéndose demostrado ya que el Cuerpo ySangre del Señor están verdaderamente en el Sacramento, de tal modo que no quede allí substancia alguna depan ni de vino, como estos accidentes no pueden estar sostenidos por el cuerpo y <strong>san</strong>gre de Cristo, síguese quesobre todo orden de naturaleza subsistan por sí mismos, sin estar unidos a otra cosa alguna. Esta fué laperpetua y constante doctrina de la Iglesia Católica, la cual fácilmente se puede confirmar con la autoridad deaquellos testimonios con los cuales antes se mostró que no que-daba en la Eucaristía substancia alguna de pano de vino.XLVI. Por qué quiso el Señor darnos su Cuerpo y Sangre bajo las especies de pan y vino.447. Pero lo que más importa a la devoción de los fieles es que dejándose de cuestiones sutiles, adoren yveneren la majestad de este admirable sacramento, y luego reconozcan en él la suma providencia de Dios, porhaber dispuesto darnos estos sacro<strong>san</strong>tos misterios bajo las especies de pan y vino. Porque siendo tan grande elnatural horror que tienen los hombres a comer carne humana o a beber su <strong>san</strong>gre, con suma sabiduría ordenóque su <strong>san</strong>tísimo Cuerpo y Sangre se nos diesen bajo las especies de pan y vino, que con tanto gusto nos sirvencada día de ordinario alimento. Más a esto se juntan otras dos utilidades. Una es librarnos de la calumnia de losinfieles, la que fuera difícil evitar si nos vieran comer al Señor en su misma especie. La segunda, que recibiendoel Cuerpo y Sangre del Señor de tal modo que no puedan percibir los sentidos lo que verdaderamente se hace,esto sirve en gran manera para aumentar la fe en nuestras almas. Pues según aquella celebrada sentencia deSan Gregorio: “La fe no tiene mérito en lo que experimenta la razón humana”. Pero todas las cosas expuestashasta aquí no se han de predicar sino con gran precaución conforme a la capacidad de los oyentes y necesidadde los tiempos.XLVII. De los inmensos frutos y utilidades de este gran Sacramento.448. No hay clase alguna de fieles a quienes no convenga ni sea muy necesario conocer lo que se puedadecir de la maravillosa virtud y frutos de este Sacramento. Porque todo cuanto se trata de él con tanta difusión,señaladamente se debe dirigir a que entiendan los fieles las utilidades de la Eucaristía. Mas siendo imposibleexplicar con palabras sus inmensas utilidades y frutos, tratarán los Pastores uno u otro punto, para que sedemuestre cuánta abundancia y riqueza de todo género de bienes está encerrada en estos sacro<strong>san</strong>tosmisterios. En alguna manera conseguirán esto, si habiendo declarado la virtud y naturaleza de todos losSacramentos, comparan la Eucaristía a la fuente, y los otros a los arroyuelos. Porque verdadera ynecesariamente se debe llamar fuente de toda gracia, conteniendo en sí por una manera maravillosa a la mismafuente de las gracias y dones celestiales, y al autor de todos los Sacramentos, Cristo Señor nuestro, de quiencomo de fuente se comunica a los demás toda la bondad y perfección que tienen. Y de este principio podrándeducir con facilidad los excelentísimos dones de gracia divina que se nos dan por este Sacramento.724 “Non erit impossibile apud Deum omne verbum”. Luc. I, 37.198

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