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Catecismo Romano - coro san clemente i

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1308. El mundo también tienta de dos maneras.Primera, por la demasiada ansia y deseo de lo temporal. “La raíz de todos los males es la avaricia” (I,Timoteo VI, 10).Segunda, por medio de los perseguidores y tiranos. “Nosotros estamos envueltos en tinieblas” (Job,XXXVII, 9), como dice Job. El Apóstol San Pablo enseña: “Que todos los que quieren vivir virtuosamentesegún Jesucristo, han de padecer persecución” (II, Timoteo, III, 12). Y el divino Maestro predica: “Que notemamos a los que matan al cuerpo” (Mateo, X, 28). De este modo sabemos ya, qué es tentación, cómo somostentados, y por quién.1309. Resta, pues, conocer el modo como se libra el hombre de la tentación. Sobre esto convieneobservar que Cristo nos enseña a rogar no que seamos libres de tentaciones, sino que no caigamos en latentación. Porque si el hombre vence, la tentación merece la <strong>coro</strong>na de la victoria, y por esto se dice:“Hermanos míos, tened por sumo gozo, cuando fuereis envueltos en diversas tribulaciones” (Iac, I, 2). “Hijoen entrando en el servicio de Dios, persevera firme en la justicia y en el temor y prepara tu alma para latentación” (Eclec, II, I)Asimismo está escrito: ―Bienaventurado aquel hombre que sufre con paciencia la tentación otribulación; porque después que fuere así probado, recibirá la <strong>coro</strong>na de la vida‖ (Iac, I, 12). Por lo mismo nosenseña a rogar que no caigamos en la tentación por medio del consentimiento. Pues el ser tentado es propio dehombres, pero consentir a la tentación es diabólico.Más ¿por ventura Dios nos induce al mal, porque dice: Y no nos dejes caer en la tentación? A estorespondo, que en tanto se dice que Dios induce al mal, en cuanto le permite, porque quita al hombre su gracia acausa de sus muchos pecados, y privado de ella cae en pecado, por eso cantamos: “Guando me faltaren lasfuerzas, no me desampares” (Salmo LXX, 9). Dios, empero rige al hombre para que no caiga en la tentaciónpor medio del fervor de la caridad; pues, cualquier grado de candad, por pequeño que sea, puede resistir acualquier pecado. ―Las muchas afinas no pudieron extinguir la caridad‖ (Cantar. VIII, 7).También le rige con la luz del entendimiento, con la cual nos enseña lo que hemos del practicar; porque,como dice el Filósofo, cualquiera que peca es ignorante. Por esto pedía David al Señor: “Alumbra mis ojos, a finde que no duerma yo jamás el sueño de la muerte; no sea que alguna rea diga mi enemigo: He prevalecidocontra, él” (Salmo XII, 4). Esto lo alcanzamos por el don de entendimiento. Y porque no consintiendo a latentación, conservamos el corazón limpio del cual está escrito: “Bienaventurados los limpios de corazón,porque éstos verán a Dios” (Mateo, V, 8), por esto conservándonos limpios de pecados llegaremos a ver a Dios.XXX. Sexta petición. De cuatro modos Dios nos libra de las adversidades.1310. Más líbranos de mal. En las anteriores peticiones no enseñó él a pedir el perdón de los pecados, yde qué modo podemos evitar las tentaciones; aquí nos enseña a pedir el que seamos preservados del mal. Estapetición es general contra toda clase de males, a saber: pecados, enfermedades y aflicciones, como enseña SanAgustín. Como ya hemos hablado del pecado y de las tentaciones, trataremos ahora de otros males, comoadversidades y toda clase de aflicciones de este mundo, de las que Dios nos libra de cuatro maneras.1311. Primeramente hace que no nos sobrevengan aflicciones, aunque esto sucede raras veces; pues los<strong>san</strong>tos en este mundo son afligidos, como se lee en San Pablo: “Todos los que quieren vivir virtuosamentesegún Jesucristo, han de padecer persecución” (II, Timoteo, III, 12). Pero con todo, Dios concede alguna vezque alguno no sea afligido con adversidades, cuando conoce que es impotente y que no puede resistirlas; asícomo el médico no da a un enfermo débil las medicinas que son violentas, “He aquí que puse delante de tusojos abierta, una puerta, que nadie podrá cerrar, porque tu tienes poca virtud” (Apocalip., III, 8).En el cielo esto será común, porque nadie allí será afligido. ―En las seis tribulaciones (a saber de lapresente vida, la cual se distingue por sus seis edades) te libertará, y a la séptima ya no te tocará el mal”(Job, V, 19). “Ya no tendrán más hambre ni sed” (Apocalip., VII, 16).En segundo lugar nos libra cuando nos consuela en las aflicciones. Pues si Dios no consolase al hombreno podría sobrellevar las penas. “Fuimos agravados desmedidamente sobre nuestras fuerzas” (II, Corint., I,8). “Pero Dios que consuela a los humildes, nos ha consolado” (II, Corint., VII, 6). ―A proporción de losmuchos dolores que atormentaron mi corazón, tus consuelos llenaron de alegría a mi alma” (Salmo XCIII,19).1312. En tercer lugar, porque hace tantos beneficios a los afligidos que olvidan los males que sufren.“Después de la tempestad das luego la bonanza” (Tobías, III, 22). Por lo tanto las aflicciones y tribulaciones deeste mundo no han de ser temidas, porque fácilmente son toleradas, ya por la consolación que consigo traen, yapor su brevedad. “Las aflicciones tan breves y tan ligeras de la vida presente nos producen el eterno peso deuna sublime e incomparable gloria” (II, Corint., IV, 17); y porque con ellas llegamos a la vida eterna.521

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