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Catecismo Romano - coro san clemente i

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CAPÍTULO VIDEL 5° ARTÍCULO DEL SÍMBOLOBajó a los infiernos, y resucitó al tercer día de entre los muertosI. Cómo hemos de entender la primera parte de este artículo.91. Es cierto que importa muchísimo conocer la gloria de la sepultura de nuestro Señor Jesucristo, deque se acaba de tratar, pero aun conviene más al pueblo cristiano saber los ilustres triunfos que él sacó dehaber vencido al diablo, y de haber despojado las sillas del infierno, de los cuales hemos de hablar ahorajuntamente con lo que se refiere a la resurrección. Y aunque de ésta se pudiera muy bien tratar por separado,con todo, siguiendo la autoridad de los <strong>san</strong>tos Padres, hemos creído conveniente juntarla con el descenso deCristo a los infiernos. En la primera parte, pues, de este artículo se nos propone para creer, que muerto Cristo,su alma bajó a los infiernos, y que permaneció allí mientras su cuerpo estuvo en el sepulcro. Con estas palabrasconfesamos también que la misma persona de Cristo estuvo en este tiempo en los infiernos y juntamente queestuvo en el sepulcro. Y nadie se ha de maravillar que digamos esto, porque, como hemos indicado muchasveces, aunque el alma se apartó del cuerpo, nunca la divinidad se separó ni del alma ni del cuerpo.II. Qué lugar es el infierno de que aquí se habla.92. Mas por cuánto se puede dar mucha luz a la explicación de este articulo, si el Párroco enseñaprimero qué es lo que se entiende en este lugar por el nombre de infierno; conviene advertir que no se entiendeaquí por infierno lo mismo que el sepulcro, como pensaron algunos no menos impía que ignorantemente 236 .93. Porque habiéndonos enseñado el artículo anterior que Cristo Señor fue sepultado, no había causaalguna para que los <strong>san</strong>tos Apóstoles al enseñar la fe repitiesen una misma cosa de un modo distinto y másoscuro; sino que el nombre de infiernos significa aquellos senos secretos en que están detenidas las almas queno consiguieron la bienaventuranza del cielo. Y en este sentido u<strong>san</strong> de esta voz las <strong>san</strong>tas Escrituras enmuchos lugares. Porque leemos en el Apóstol: “Al Nombre de Jesús se doble toda rodilla, en el cielo, en la,tierra y en el infierno” 237 . Y en los Hechos de los Apóstoles afirma San Pedro: “Que Cristo resucitó desatadoslos dolores del infierno”. Act. II, 24.III. Cuántos son los lugares en que están las almas no bienaventuradas.94. Más no todos estos cielos son de una misma calidad. Pues hay una crudelísima y oscurísima cárcel,donde las almas de los condenados son atormentadas juntamente con los espíritus inmundos en un perpetuo einextinguible fuego 238 , la cual se llama también valle de tristeza, abismo, y con propiedad Infierno. 239 Ademásde esto hay también un fuego que purifica, el cual atormentando las almas por determinado tiempo, las limpiapara que puedan entrar en la patria celestial, en la cual no se admite nada que esté manchado 240 . Y tanto más236Calvino y Beza afirmaron que por el nombre de infierno se había de entender el sepulcro. Durando dijo que Cristo bajóa los infiernos tan sólo en sentido metafórico, es decir, (con sólo su virtud y eficacia, y no su alma verdadera y realmente.Este modo de entender esta verdad es calificado de erróneo y herético por Suárez. Expresamente confie<strong>san</strong> que Cristo bajóa los infiernos las formas a profesiones de fe de las iglesias de Aquileya, de España y de la Galia. En el cap. I Firmiter delConcilio de Letrán se lee: “Descendit ad inferos, resurrexit a mortus et ascendit in coelum. Sed descendit in anima.” Y enel Símbolo Atanasiano: “Qui passus est pro salute nostra, descendu ad infernos.” Además, Inocencio II en el Concilio deSoisons en el año 1140 condenó a Abelardo: “Quod anima Christi per se non descendit ad infernos, sed per potentiamsuam”.237―In nomine Jesu omne genufectatur coelestium, terrestrium, et infernorum.” Philip., II, 10.238 “Timete eum qui potest et animam et corpus perdere in gehennam.” Matth., X, 28.239 “Mortuus est autem et dives, et sepultos est in inferno”. Luc, XVI, 22,240 Para probar la existencia del purgatorio, nos conformaremos con aducir los Siguientes testimonios: En la profesión defe propuesta por Clemente IV a Miguel Paleólogo en el año 1627, se lee: ―Si vere poenitentes in caritate decesserint,antequam dignis poenitientiae fructibus de commissis satisfecerint et omissis; eorum aminas poenis purgatoriis, seucatharteriis, sicut nobis frater Joannes explanavit, post mortem purgari, Esto mismo y con las mismas palabras lohallamos en el Decreto para la unión de los Griegos del Concilio Flotentino. Uno de los errores condenados por León X enla Bula ―Exsurge Dominea‖ del 16 de mayo de 1520, leemos: ―Purgatorium non potest probari ex Sacra Scriptura quae sitin canone.‖ En el ―Decretum de Purgatorio‖ de la sesión XXV del Concilio Tridentino, se dice: ―Cum catholica Ecclesia,Spiritu Sancto edocta, ex sacris litteris et antiqua Patrum traditione, in sacris Conciliis, et novissima in hac oecumenica66

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