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Catecismo Romano - coro san clemente i

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XLVI. El bautizado no queda libre de las penas civiles.333. Aunque se debe tener por cierto que Dios perdona por el Bautismo las penas de los pe cados, contodo nadie se exime por este Sacramento de aquellas penas que las leyes civiles exigen por algún grave delito,de suerte que si uno es digno de la pena de muerte, no queda libre por el Bautismo de la pena establecida porlas leyes. Si bien fuera muy digna de alabanza la religión y piedad de aquellos Príncipes que perdonasen tambiéna los reos la pena civil, a fin de que la gloria de Dios brillase más en sus Sacramentos.XLVII. Perdóname en el Bautismo todas las penas de la otra vida.334. También perdona el Bautismo todas las penas que por causa del pecado original debieran pagarsedespués de esta vida. Porque por el mérito de la muerte del Señor alcanzamos la consecución de estas gracias. Yen el Bautismo, como ya se dijo, morimos juntamente con Cristo, pues como dice el Apóstol: “Si hemos sidoinjertados con él por medio de la representación de su muerte, igual lo liemos de ser representando suresurrección” 603 .XLVIII. Por qué después del Bautismo quedamos sujetos a las miserias de esta vida.335. Si preguntare alguno por qué al instante después del bautismo no quedamos también libres de lasmolestias de esta vida mortal, y no somos restituidos en virtud de la ablución sagrada al perfecto estado de vidaen que fué colocado antes de la culpa Adán primer padre del linaje humano, se responderá que fulo se dispusoprincipalmente por dos motivos: primero, porque como por el Bautismo nos juntamos con Cristo y somosconstituidos miembros de su cuerpo, no debemos ser de mejor condición ni indignidad que la de nuestracabeza. Luego así como Nuestro Señor, aunque desde el instante de su concepción tuvo plenitud de gracia y deverdad, con todo eso no dejó la flaqueza humana, que tomó hasta haber padecido los tormentos de la pasión ymuerte, y haber resucitado a la gloria de vida inmortal, ¿por qué hemos de admirarnos si los fieles, aunquehayan conseguido por el Bautismo la gracia de la justicia celestial, están todavía vestidos de este cuerpo frágil ycaduco, para que después de haber padecido muchos trabajos por Cristo, y pasada la muerte, sean de nuevorestituidos a la vida, y finalmente sean dignos de reinar con Cristo por toda la eternidad?336. La segunda causa porque han quedado en nosotros después del Bautismo la flaqueza del cuerpo,enfermedades, dolores y movimientos de la concupiscencia es, para que tengamos materia con que ejercitar lavirtud, y consigamos fruto más abundante de gloria y mayores premios. Porque si padecemos con resignacióntodas las incomodidades de esta vida, y mediante la divina gracia sujetamos al imperio de la razón nuestrasmalas inclinaciones, e imitando al Apóstol peleamos legítimamente 604 , consumamos la carrera y guardamos lafe, debemos esperar con toda certeza que nuestro Señor y justo Juez nos dará también en aquel día la <strong>coro</strong>na dejusticia que nos tiene preparada. Y de este modo parece que procedió también el Señor con los hijos de Israel, alos cuales aunque sacó de la esclavitud de Egipto 605 , anegando a Faraón y a su ejército en el mar, no lesintrodujo luego en aquella dichosa tierra de promisión, sino que antes los probó con muchos y diferentessucesos, y cuando últimamente les dio posesión de la tierra prometida, si bien desterró de sus propios lugares asus habitantes, pero con todo dejó algunas naciones con las cuales no pudieron acabar 606 , para que nuncafaltase al pueblo de Dios ocasión y materia de ejercitar el valor y virtudes militares.337. A esto se junta que si además de los dones celestiales con los cuales se adorna el alma en elBautismo se nos diesen también por él los bienes del cuerpo, justamente podríamos dudar si muchos recibíanel Bautismo más por la comodidad de la vida presente, que por la gloria de la otra. Siendo así que toda laatención del cristiano siempre debe dirigirse no a los bienes engañosos e inciertos que se ven 607 , sino a losverdaderos y eternos que no se ven.XLIX. Los verdaderos cristianos gozan de gran suavidad y dulzura aun en esta vida.338. Pero aunque la condición de esta vida está llena de miserias, todavía no deja de tener susconsolaciones y alegrías. Porque para nosotros, que ya por el Bautismo estamos unidos con Cristo como603 “Si enim complantati facti sumus similitudini mortis elus, simul et resurrectionis erimus”. Kom., VI, 5.604 ―He combatido con valor, he concluido la carrera, he guardado la fe‖. II, Timot., IV, 7.605 ―El Señor echando una mirada desde la columna de fuego y de nube sobre los escuadrones de los Egipcios, hizo perecersu ejército‖. Exod., XIV, 24.606 ―Cese tu cólera contra nosotros, porque vale más morir sirviendo al gran rey Nabucodonosor, y depender de ti, quemorir todos y sufrir los trabajos de la esclavitud‖. Judit., III, 2.607 ―Las cosas que se ven son transitorias; mas, las que no se ven son eternas‖. II, Corint., IV, 18.157

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