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Catecismo Romano - coro san clemente i

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abundancia y brillantez, que un catequista cuyas explicaciones merezcan en todo alabanza. De suerte que, pormucha facilidad de formar conceptos y expresarlos con que le haya dotado la naturaleza, sépase que nadiehablará bien de Doctrina cristiana, ni alcanzará fruto en el pueblo y en los niños, si antes no se ha preparado yensayado con seria meditación. Se engañan, pues, los que, fiando en la inexperiencia y torpeza intelectual delpueblo, creen que pueden proceder negligentemente en esta materia; antes al contrario, cuanto mayor sea laincultura del auditorio, mayor celo y cuidado se requiere para acomodar la explicación de las verdadesreligiosas (de suyo tan superiores a un entendimiento vulgar) a la débil comprensión de los ignorantes, que nomenos que los sabios necesitan conocerlas para alcanzar la eterna bienaventuranza‖. 14Esto supuesto, ¿en dónde hallar un libro más propio para la instrucción y formación de aquellos quehan de enseñar la Doctrina cristiana al pueblo como el que ofrece a todos los párrocos la Iglesia en el <strong>Catecismo</strong>Tridentino?Este debería ser el libro favorito, el más apreciado por los que tienen el deber de ilustrar la mente de losignorantes en las verdades religiosas, por los que han de procurar la verdadera regeneración de la sociedadcristiana mediante el conocimiento de las verdades de la fe, únicas que, enseñando al cristiano sus deberes, sudignidad, su fin sobre la tierra, pueden hacerle feliz en este mundo, mostrándole el camino infalible de la verdaderadicha mediante el amor y la obediencia a su Padre celestial.Este debería ser el consultor y el maestro de aquellos que, por amor de Dios y del prójimo, se todo frutosazonado, nada se halla en el inútil, nada superfluo.Es modelo perfectísimo que todos deberíamos imitar en la exposición de las verdades religiosas.Cuantas veces lo leo, 'me admiro del modo ingenio-so con que sabe proponer los misterios de la fe parahacernos comprender la importancia de los mismos.He aquí, en confirmación de esto, cómo empieza a tratar de cada uno de los Sacramentos:Del Sacramento del Bautismo.―El que atentamente leyere al Apóstol tendrá por cosa cierta que el perfecto conocimiento del Bautismoes muy importante a los fieles, persuadiéndose de esto por la mucha frecuencia y gravedad de palabras llenasdel Espíritu de Dios con que el <strong>san</strong>to renueva la memoria de este misterio, recomienda su divina virtud y nospone ante los ojos la muerte, sepultura y resurrección del Redentor, ya para considerarlas, ya también paraimitarlas‖.Del Sacramento de la Confirmación.―Si algún tiempo requiere en los Pastores gran cuidado para explicar el Sacramento de la Confirmación,ninguno en verdad más que el presente pide que se exponga con toda claridad, cuando en la Iglesia de, Diosmuchos abandonan del todo este Sacramento y son poquísimos los que procuran sacar de él el fruto quedeberían de la divina gracia‖.Del Sacramento de la Eucaristía.―Así como entre todos los sagrados misterios que como instrumentos ciertísimos de la divina graciasnos encomendó nuestro Salvador y Señor, ninguno hay que pueda compararse con el Santísimo Sacramento dela Eucaristía, así tampoco hay que temer de Dios castigo más severo de alguna otra maldad, como de que no setrate por los fieles <strong>san</strong>ta y religiosamente una cosa llena de toda <strong>san</strong>tidad, o más i bien, que contiene al mismoAutor y fuente de la <strong>san</strong>tidad‖.14 “Nolumus porro, ne ex eiusmodi simplicitatis studio persuadeat quis sibi in hoc genere tractando, millo laborenullaque meditatione opus esse: quin immo maiorem plane, quam quodvis genus aliad, requirit. Facilius longe estreperire oratorem, qui copiose dicat ac splendide, quam catechistam qui praeceptionem habeat omni ex partelaudabilem. Quacumque igitur facilitate cogitandi et eloquendi quis a natura sit nactus, hoc probe teneat, numquam sede christiana doctrina ad pueros vel ad populum cum animi fructu esse dicturum, nisi multa commentatione parafumatque expeditum. Falluntur <strong>san</strong>e qui plebis imperitia ac tarditate fisi, hac in re negligentius agere se posse autumant. Econtrario, quo quis ruidores nactus sit auditores, eo maiore studio ac diligentia utatur oportet, ut sublimissimasveritates, adeo a vulgari intelligentia remotas, ad obtusiorem imperitorum aciem accomodent, quibus aeque acsapientibus, ad aeternam beatitatem adipiscendam sunt necessarias.”12

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