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Catecismo Romano - coro san clemente i

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lo hubiéremos merecido. Muchas veces sucede, que atemorizados los fieles con este terror, se sientan acosadosde muy raros modos. Pero nada es tan provechoso para la serenidad de la muerte, como desechar la tristeza,esperar con ánimo la venida del Señor 884 , y estar apercibidos para volverle con toda voluntad nuestro depósito(3) 885 , siempre y cuando se sirviere pedirle. Pues el Sacramento de la Extremaunción es el que hace se librenlas almas de los fieles de esas inquietudes, y que su corazón experimente una alegría <strong>san</strong>ta y piadosa.XV. De las asechanzas del demonio en aquella hora.621. Sobre todo lo dicho conseguimos también por este Sacramento otro beneficio, que con mucharazón puede estimarse como el mayor de todos. Nunca el enemigo del linaje humano cesa de maquinar nuestramuerte y ruina, mientras vivimos en este mundo. Pero en ningún tiempo emplea todo su esfuerzo con más furiaen perdernos del todo, y arrancarnos, si fuese posible, la esperanza en la misericordia de Dios, como al ver quese acerca el último día de la vida. Por lo mismo se provee a los fieles de armas y fuerzas mediante esteSacramento, con las cuales puedan destruir el esfuerzo y el ímpetu del enemigo, y hacerle vigorosa resistencia.Porque con esa gracia se conforta y se alienta el alma del enfermo con la esperanza en la bondad de Dios, yesforzado con ella, lleva con menos trabajo todas las molestias de la enfermedad, y burla más fácilmente lasartes y astucias del demonio que le acecha para derribarle.XVI. Cómo este Sacramento da la salud, corporal.622. Últimamente proporciona este Sacramento, si conviene, la salud del cuerpo. Y si en este tiempo laconsiguen pocos, esto a la verdad se ha de creer que sucede, no por defecto del Sacramento, sino de la poca feen la mayor parte de ellos que le reciben o de los ministros. Porque afirma el Evangelista 886 que no hizo elSeñor muchas maravillas en su patria por la incredulidad de sus vecinos. Aunque también se puede decir converdad, que la Religión Cristiana, por lo mismo que está ya más arraigada en los corazones de los fieles,necesita menos de estos auxiliares de los milagros, los cuales en los principios de la Iglesia parecíanindispensables. Con todo, acerca de esto debe excitarse en gran manera la fe. Pues como quiera que pordisposición y voluntad de Dios suceda en orden a la salud del cuerpo, siempre deben apoyarse en una firmeesperanza, de que por virtud de este sagrado Óleo conseguirán la salud espiritual, y que si salieren de esta vida,reportarán el fruto de aquella tan soberana voz, que dice: “Bienaventurados los muertos que mueren en elSeñor” 887 . Esto se ha dicho brevemente sobre el Sacramento de la Extremaunción. Mas, si los Párrocosdeclarasen estas mismas verdades más extensamente y con la diligencia que conviene, no se ha de dudar que deesta doctrina percibirán los fieles frutos muy abundantes de piedad.―Todo nuestro conato consiste en hacernos agradable ni Señor, ora habitemos en el cuerpo, ora salgamos de el. Siendocomo es forzoso, Que todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba el pago debido a lasbuenas o malas acciones que habrá hecho mientras ha estado revestido de su cuerpo‖. II, Corint, V, 9 y 10.884 ―Aguardando la bienaventuranza esperada, y la reñida gloriosa del gran Dios y Salvador nuestra Jesucristo‖. Tit. II, 13.885 ―Bien se de quien me he fiado, y estoy cierto de que es poderoso para conservar mi depósito hasta aquel último día‖. AI,Timoth. I, 12.886 ―Hizo aquí muy pocos milagros, a causa de su incredulidad‖. Matth. 13, 58.887 ―Beati mortui, qui in Domino moriuntur‖. Apoc. XIV, 13.263

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