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Catecismo Romano - coro san clemente i

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Turonense y dos <strong>Romano</strong>s, convoca dos el uno por Nicolás II y el otro por Gregorio VII 712 , Pontífices Máximos.Esta misma sentencia fué confirmada después por Inocencio III en el Concilio General Lateranense, y despuésla misma verdad de fe fué más claramente declara-da y definida por los Concilios Florentino y Tridentino. Siexpusieren los Pastores con cuidado estas cosas (dejando a los que ciegos en sus errores nada más aborrecenque la luz de la verdad), podrán confirmar a los flacos, y llenar de cierta suma alegría y delicia las almas de losvirtuosos.XXXI. Cómo esta verdad está contenida en el Símbolo.431. No tienen, pues, por qué dudar los fieles, mayormente debiendo tener por cierto que la fe de estedogma, se halla contenida en los demás artículos del Símbolo. Pues creyendo y confe<strong>san</strong>do que Dios esOmnipotente, es necesario confesar también que no le faltó poder para hacer una obra tan grande, como la queadmiramos y adoramos en el Sacramento de la Eucaristía. Además, cuando creen la <strong>san</strong>ta Iglesia Católica,necesariamente se sigue que crean al mismo tiempo que la verdad de este Sacramento es tal como la hemosexplicado.XXXII. Muéstrase cuánta es la dignidad de la Iglesia militante por la majestad de este misterio.432. Mas nada hay ciertamente que se pueda añadir para consuelo y aprovechamiento de las al-masdevotas cuando contemplan la dignidad de este altísimo Sacramento. Porque primeramente conocen cuánta esla perfección de la ley evangélica, pues le fué concedido tener en realidad y verdad lo que solamente en figuras ysombras fué indicado en tiempo de la ley Mosaica. Por esto dijo divinamente San Dionisio, que nuestra Iglesiaviene a estar en medio de la Sinagoga y de la celestial Jerusalén, y por esto participa de una y de otra. Y a laverdad nunca podrán los fieles admirar la perfección de la Santa Iglesia y la alteza de su gloria, cuando parecemediar sólo un grado entre ella y la patria celestial. Porque con-venimos con los bienaventurados en que unos yotros tenemos a Cristo Hombre y Dios presente, pero nos distinguimos en el grado: ellos le gozan presente porclara visión, mas nosotros, aunque con fe constante y firme, le veneramos presente, no obstante le tenemosmuy apartado de nuestra vista y encubierto con el velo maravilloso de los sagrados misterios. Experimentanasimismo los fieles en este Sacramento la caridad perfectísima de Cristo Salvador nuestro. Porque era muycorrespondiente a su bondad nunca apartara de nos-otros la naturaleza que de nosotros había tomado, sinoque estuviera y conversase perpetuamente entre los hombres en el modo posible, y de esta suerte en todotiempo se realizara con toda verdad y propiedad lo que está escrito: “Mis delicias son estar con los hijos de loshombres”. 713XXXIII. En este Sacramento están las dos naturalezas divina y humana.483. También aquí deben explicar los Pastores que se contiene en este Sacramento, no sólo el verdaderoCuerpo de Cristo y todo lo que pertenece a la perfecta integridad del cuerpo, como huesos y nervios, sinoigualmente que todo Cristo está en este Sacramento. Pero se debe enseñar que Cristo es nombre de Dios yhombre, esto es, de una persona misma, en la cual están unidas las dos naturalezas divina y humana. Y asícomprende ambas naturalezas, y lo que es consiguiente a una y otra naturaleza, como la divinidad y toda lanaturaleza humana, compuesta de alma y de todas las partes del cuerpo y de la <strong>san</strong>gre también. Y todas estascosas es necesario creer que están en el Sacramento. Por-que como está unida en el cielo toda la humanidad a712 En el Concilio convocado por el Papa S. Gregorio VII en 1079, prestó Berengarió el siguiente juramento :―Yo Berengario, creo con el corazón y confieso con la boca, que el pan y vino que se ponen en el altar por misterio de lasagrada oración y las palabras de nuestro Redentor, substancialmente se convierten en verdadera, propia y vivificantecarne y <strong>san</strong>gre de Jesucristo Señor nuestro, y después de la consagración está el verdadero Cuerpo de Cristo, que nació dela Virgen, y por la salud del mundo estuvo clavado en la cruz, y que está sentado a la diestra del Padre, y la verdadera<strong>san</strong>gre de Cristo la cual salió de su costado, no tan solo por la señal y virtud del Sacramento, sino en la propiedad de lanaturaleza y en la verdad de la substancia, así como se contiene en esta escritura que yo he leído y vosotros habéisentendido. Así lo creo, ni enseñaré en adelante contra esta fe. Así me ayude Dios, y estos sus <strong>san</strong>tos Evangelios‖.Ultimamente el Santo Concilio de Trento condenó solemnemente cuantos negasen la presencia real de Jesucristo en laEucaristía:―Si alguno negare, que en el <strong>san</strong>tísimo sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y substancialmente elcuerpo y la <strong>san</strong>gre juntamente con el alma y divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y por consecuencia todo Cristo; sinopor el contrario dijere, que solamente está en él como en señal o en figura, o virtualmente; sea excomulgado‖. Can. I, ses.XIII, Conc. Trid.713 “Deliciae meae esse cum filiis hominum”. Prov. VIII, 31.194

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