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Catecismo Romano - coro san clemente i

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No excluimos la oración vocal de este modo espiritual de pedir. Pero con todo nos parece que de justicia sedebe la primacía a la oración que nace de un corazón fervoroso, la cual es la que oye Dios, a quien están patenteslos pensamientos ocultos de los hombres, aunque no se pronuncie con la boca. Oyó los ruegos íntimos deaquella Ana que fue madre de Samuel, de la cual leemos que oró llorando, y no moviendo los labios. De estemodo oró David, pues dice: “A ti habló mi corazón, mi rostro te buscó con diligencia”. A cada paso se hallanejemplos semejantes en las sagradas Letras.II. Cuál es el principal uso de la oración vocal.1073. Pero también la oración vocal es por sí misma útil y necesaria. Porque inflama los deseos del almay aviva la devoción del que ora, según lo escribió San Agustín a Proba por estas palabras: Algunas veces paraacrecentar los <strong>san</strong>tos deseos, nos excitamos con mayor vehemencia a nosotros mismos con palabras, y conotras señales”. Otras veces también en virtud de algún afecto vivo de devoción o piedad, nos vemos obligados amanifestar con palabras nuestros sentimientos. Porque inundada el alma de placer, justo es que también lemanifieste la lengua. Verdaderamente es muy debido ofrecer el sacrificio completo del alma y cuerpo, pues deeste modo de orar usaron los Apóstoles, como se puede ver por sus Hechos y por las Epístolas de San Pablo enmuchos lugares 1500 .III. No es necesaria la voz en la oración privada como en la pública.1074. Más porque hay dos maneras de orar, una privada y otra pública, en la oración privada nosvalemos de la pronunciación para que ayude al afecto interior y a la piedad. Pero en la pública, como fueinstituida para excitar la devoción del pueblo fiel, no se puede en manera ninguna omitir el uso de la lengua enciertos y señalados tiempos.IV. Orar en espíritu es propio del cristiano.1075. Esta costumbre de orar en espíritu, propia de los cristianos, en manera alguna la observan losinfieles, de quienes nos dice así Cristo nuestro Señor: “Cuando oréis no queráis hablar mucho, como hacen losgentiles; que se imaginan haber de ser oídos a fuerza de palabras. No queráis, pues, imitarlos; que bien sabevuestro Padre lo que habéis menester, antes de pedírselo” 1501 . Pero, aunque prohíbe el Señor el mucho hablar,tan lejos está de reprobar aquellas oraciones prolongadas, nacidas de un vehemente y continuado fervor deespíritu, que antes bien nos exhorta con su ejemplo a este modo de orar, pues no sólo pasaba en oración lasperversidad de sus verdugos, etc. Preguntaos luego por qué ha querido Dios padecer todos estos tormentos, por vosotros,por vuestros pecados, especialmente por los de soberbia (o por los malos pensamientos, por las conversaciones deshonestas),por los sacrilegios.Repetid aquí las mismas preguntas que hicimos en la consideración anterior:a) ¿Qué se deduce de aquí? Que debemos huir el pecado, por ejemplo, el pecado de orgullo, porque ha causado a Cristo tanhorribles tormentos, porque aflige al divino Corazón de Jesús, porque si lo cometiéramos, seríamos privados deabundantes gracias, etc.b) ¿Cuál ha sido mi conducta hasta ahora?¡Qué pecados de orgullo he cometido?¡Cuan gravemente he ofendido a Dios conellos! Excítese a sentimientos de confusión y de arrepentimiento.c) ¿Qué deberé hacer en adelante? ¿Qué peligros deberé huir? ¿Qué medios he de poner en práctica para no pecar? Hágaseaquí propósito de la enmienda, y termínese esta meditación lo mismo que la anterior. En vez del Padrenuestro puededecirse la decena del Rosario correspondiente al misterio que ha servido de materia para la meditación.Durante el día dígase esta jaculatoria: ―¡Oh, Jesús, que fuiste <strong>coro</strong>nado de espinas por nuestra causa, compadécete denosotros!‖3. ° De la misma manera podéis meditar tomando la materia de vuestra consideración de algún libro piadoso, por ejemplo,de la Filolea o de la vida de los <strong>san</strong>tos. Principiad poniéndoos en la presencia de Dios y pidiéndole que ilumine vuestroentendimiento e inflame vuestro corazón para que comprendáis bien lo qué vais a leer, y saquéis de aquí buenospensamientos y propósitos que contribuyan a enmendaros. Leed después párrafo por párrafo muy despacio, un capítuloentero del libro, o sólo una parte si el capitulo fuese largo, y considerad lo que habéis leído, y qué es lo que hasta ahorahabéis hecho. Proponed firmemente la enmienda, y pedid a Dios que os dé su gracia para que podáis cumplir estepropósito, terminando con un Padrenuestro o con alguna oración vocal.‖15001073 (1) ―La palabra de Cristo en abundancia tenga su morada entre vosotros, con toda sabiduría, enseñándoos yanimándoos unos a otros, con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando de corazón con gracia las alabanzas aDios.‖ Colos., III, 12.15011075 (1) ―Orantes nolite multum loqui, sicut Ethnici faciunt; putant enim, quod in multiloquio suo exaudiantur. Noliteergo assimilari eis; scit enim Patei vester, quid opus sit vobis antequam petatis eum.‖ Matth., VI, 78.430

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