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Catecismo Romano - coro san clemente i

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Y, si con lo que hemos dicho queda probada la importancia de la enseñanza religiosa, toca a Nosemplear la más exquisita solicitud en que esta obligación de enseñar la doctrina cristiana, la más útil, comodice nuestro Predecesor Benedicto XIV, para la gloria de Dios y salvación de las almas 36 , se mantenga siempreen todo su vigor y, si en alguna parte estuviere descuidada, recobre su antiguo lustre.Deseando, pues, Venerables Hermanos, satisfacer a este gravísimo deber de nuestro Supremo Apostolado, yuniformar en todas partes el método en cosa de tanta importancia; en virtud de nuestra suprema autoridad,establecemos y mandamos severísimamente que en todas las diócesis se observe y practique lo que sigue:I. Todos los párrocos y, en general, cuántos tengan cura de almas, instruirán a los niños y niñas, en losdomingos y días festivos del año, sin exceptuar ninguno, valiéndose del catecismo elemental, y por espacio deuna hora íntegra, sobre lo que cada uno debe creer y obrar para conseguir la salvación.II. Los mismos, en determinados tiempos del año, prepararán a los niños y niñas para la convenienterecepción de los Sacramentos de la Penitencia y Confirmación, precia una instrucción de varios días.III. Igualmente, y con especialísimo cuidado, en todos los días de Cuaresma y, si fuere necesario, en losdías siguientes a la Pascua, instruyan a los jóvenes de uno y otro sexo, por medio de oportunas enseñanzas yexhortaciones, de modo que puedan recibir los <strong>san</strong>tos frutos de la primera Comunión.IV. Institúyase en todas y cada una de las parroquias la asociación canónica llamada vulgarmenteCongregación de la doctrina cristiana. Por medio de ella encontrarán los párrocos, especialmente donde seaescaso el número de sacerdotes, auxiliares laicos para la enseñanza del catequismo, que prestarán este servicio,ya por el celo de la gloria de Dios, ya también para lucrar las numerosísimas indulgencias concedidas por losromanos pontífices a los que se dedican a este magisterio.V. En las principales ciudades, y especialmente en aquellas que estén dotadas de universidades y liceos,ábranse cursos de religión, a fin de que pueda instruirse en las verdades de la fe y en las prácticas de la vidacristiana, esa juventud que asiste a los colegios superiores, donde para ; nada se hace mención de la enseñanzareligiosa.VI. y ya que, principalmente en nuestros aciagos días, la edad viril necesita tanto de instrucciónreligiosa como la edad de la niñez, todos los párrocos y demás que tengan cura de almas, fuera de laacostumbrada homilía sobre el Evangelio, que se debe predicar todos los días festivos en la iglesia parroquial,hagan también el catequismo a los fieles, en lenguaje sencillo y acomodado al auditorio, a la hora que estimenmás oportuna para la concurrencia del pueblo, exceptuando solamente la hora del catequismo de los niños.Para lo cual deben seguir el catecismo del Concilio de Trento, procurando que, al cabo de cuatro o cinco años,abarquen todo lo referente al símbolo, sacramentos, decálogo, oración y mandamientos de la Iglesia.Tal es lo que Nos, Venerables Hermanos, en virtud de nuestra autoridad apostólica, establecemos y mandamos:a vosotros toca procurar eficazmente que, en cada una de vuestras diócesis, se ponga sin demora alguna ytotalmente en práctica; vigilar, además, y hacer uso de vuestra autoridad, a fin de que nada de lo quemandamos se eche a olvido, o, lo que sería lo mismo, se cumpla a medias y con tibieza. Y para queefectivamente tal cosa no suceda, es indispensable que recomendéis a los párrocos, insistiendo frecuentementeen ello, que nunca hagan su catequismo sin previa y diligente preparación; que no usen el lenguaje de lahumana sabiduría, sino que, con simplicidad de corazón y con la sinceridad de Dios 37 , sigan el ejemplo deCristo que, aunque conocía lo más oculto desde el principio del mundo 38 , sin embargo, todo lo comunicaba pormedio de parábolas a las turbas, y nunca les hablaba sin parábolas 39 . Esto mismo sabemos que hicieron losApóstoles, enseñados por el Señor, y de ellos decía Gregorio Magno: Pusieron especial cuidado en predicar a lasgentes rudas, cosas fáciles y sencillas, no materias arduas y elevadas 40 . Y en lo que se refiere a la religión, lamayor parte de los hombres debe, en nuestra calamitosa época equipararse a la gente ruda.No queremos, sin embargo, que, engañado por el deseo de esta misma sencillez, se figure alguno que, enesta materia, no necesita ningún trabajo ni preparación; muy al contrario: es este el género que con más36 Constit. Etsi minime, 13.37 Cor., I, 1238 Matth. XIII, 3539 Matth. XIII, 3440 Moral. I, XVII, Cap. 2619

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