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Revista Volumen I (formato pdf) - Academia Puertorriqueña de ...

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Carmelo Delgado Cintrón 185Ciertamente el idioma es fundamental para el abogado. Tiene éste laobligación <strong>de</strong> <strong>de</strong>dicarse a su cultivo y estudio, pues <strong>de</strong> su uso correcto,<strong>de</strong>pen<strong>de</strong> la calidad <strong>de</strong> los servicios que ofrezca y su reputación profesional.Ángel Ossorio en su escrito: "El estilo forense" 24 pone el <strong>de</strong>do en lallaga:Una <strong>de</strong> las <strong>de</strong>mostraciones <strong>de</strong> lo poco que los abogados nosapreciamos a nosotros mismos, está en la poca atención que prestamosa la herramienta <strong>de</strong> nuestro oficio, que es la palabra escritao hablada. Nos producimos con <strong>de</strong>saliño, con <strong>de</strong>scuido. Redactamosnuestros trabajos como en cumplimiento <strong>de</strong> una mera necesidadritual. No nos reconcentramos para alumbrar nuestra obra. Es<strong>de</strong>cir, nos reconcentramos para el estudio <strong>de</strong>l caso legal y apuramoslos textos aplicables, y la jurispru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los tribunales y ladoctrina <strong>de</strong> los autores. Eso lo hacemos muy bien y no <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>sconocerlo.Pero yo me refiero a lo otro: a la forma, a la expresiónliteraria, al <strong>de</strong>coro <strong>de</strong>l <strong>de</strong>cir.En eso somos lamentablemente abandonados. Aquí y en todaspartes. No excluyo a España. Así se ha creado una literatura judiciallamentable, en que jueces y abogados, a porfía, usamos frasesimpropias, barbarismos, palabras equivocadas, todo un argot ínfimoy tosco. No tenemos noción <strong>de</strong> la medida y nuestros escritospecan unas veces <strong>de</strong> insuficiencia y otras por pesados y difusos. Esfrecuente que el jurista haga por sí mismo los escritos a la máquina,es <strong>de</strong>cir, sin revisión ni enmienda. Aún en aquellos casos enque la redacción es correcta, suele faltar el hálito <strong>de</strong> vida, el matiz<strong>de</strong> pasión, el apunte crítico, todo lo que es condimento y especia ysalsa <strong>de</strong> las labores literarias. Consi<strong>de</strong>ramos los escritos como operacionesaritméticas, a las que sólo se exige que sean exactas peroque no son susceptibles <strong>de</strong> belleza alguna.Tal abandono nos <strong>de</strong>sprestigia. Es como si el artillero <strong>de</strong>jaraoxidarse el cañón, o el médico permitiera que se mellase el bisturí,o el arquitecto perdiese el compás y las reglas. ¿No es la palabranuestra arma única? Pues usémosla bien.24 Ángel Osorio, "El estilo forense" en su libro, La palabra y otros ensayos literarios,Buenos Aires, Editorial Losada, 1945, p. 30, cita a la página 31 y 32.

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