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Cosmovisión, Historia y Política en los Andes - La Casa del Corregidor

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Los animales <strong>del</strong> ser<strong>en</strong>o son de una <strong>en</strong>tidad que adquiere rostro fem<strong>en</strong>ino o masculino y<br />

que “<strong>en</strong>trega” la música: aquello con lo que se comunican e integran <strong>los</strong> compon<strong>en</strong>tes de la<br />

totalidad espacial y temporal relativa, pacha. Los espíritus <strong>del</strong> manqha pacha ti<strong>en</strong><strong>en</strong> cercanía<br />

al mundo de arriba, son ambiguos y su indistinción rompe la dualidad cristiana y el maniqueísmo<br />

occid<strong>en</strong>tal <strong>en</strong>tre el bi<strong>en</strong> y el mal, el cielo y el infierno, Dios y <strong>los</strong> demonios. Tal<br />

ambigüedad se corrobora con la ubicuidad de la Pachamama <strong>en</strong> el mundo de acá y <strong>en</strong> el de<br />

abajo. Arriba, aparte de la categoría de género no existe otra: <strong>en</strong> la parte sagrada están <strong>los</strong><br />

cuerpos celestes como el Sol y la Cruz <strong>del</strong> Sur que son masculinos; y la Luna y las estrellas,<br />

que son fem<strong>en</strong>inas.<br />

<strong>La</strong> mayor cantidad de divisiones se da <strong>en</strong> el taipi pacha. Además de la separación por género,<br />

Grebe señala la división <strong>en</strong>tre <strong>los</strong> uywiris y “la parte de Dios”. El aymara de Tarapacá<br />

ha difer<strong>en</strong>ciado como dos partes sagradas que no se juntan, la que corresponde al cristianismo<br />

y la que está vinculada a su tradición y cre<strong>en</strong>cias. Esta última se divide a la vez según<br />

un criterio económico: <strong>los</strong> uywiris, sean masculinos o fem<strong>en</strong>inos, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> influ<strong>en</strong>cia<br />

sobre el pastoreo; las pukaras, fem<strong>en</strong>inas o masculinas, sobre la agricultura. Así, el aymara<br />

prefiere mant<strong>en</strong>er el cuidado y patrocinio de las actividades económicas fundam<strong>en</strong>tales<br />

para sí mismo respecto de sus propias deidades. <strong>La</strong> “parte de Dios”, más cercana al alaj<br />

pacha se divide según criterios anodinos: por una parte, <strong>los</strong> espíritus; la torre que es masculina<br />

y la iglesia que es fem<strong>en</strong>ina (santa belin t’alla); y por otra, <strong>los</strong> santos y las santas.<br />

María Esther Grebe refiere las categorías sagrado y profano para señalar la distinción de<br />

<strong>los</strong> aymaras respecto de lo que el<strong>los</strong> dic<strong>en</strong> amar o no. Si bi<strong>en</strong> el imaginario andino no escinde<br />

taxativam<strong>en</strong>te lo sobr<strong>en</strong>atural de lo que es la cotidianeidad de la vida; la división referida<br />

permite compr<strong>en</strong>der la oposición y complem<strong>en</strong>tariedad de las categorías andinas.<br />

Juan Ansipn y Jan Szeminski 115 con base <strong>en</strong> una investigación <strong>en</strong> Huamanga establecieron<br />

que para <strong>los</strong> runa de esta región, la oposición <strong>en</strong> cuestión implica valorar positivam<strong>en</strong>te<br />

tanto lo sagrado como lo profano. <strong>La</strong> valoración negativa, por otra parte, también se da <strong>en</strong><br />

<strong>los</strong> dos ámbitos. Lo sagrado es positivo si se relaciona con el campo y la “cultura” (con <strong>los</strong><br />

Wamani y la Pachamama); y es negativo si refiere la “no cultura” propia de la ciudad (Cristo,<br />

Dios y la Virg<strong>en</strong>). Paralelam<strong>en</strong>te, lo profano es positivo si se refiere a el<strong>los</strong> mismos,<br />

mi<strong>en</strong>tras que adquiere connotación negativa si señala la “no cultura” de mistis, hac<strong>en</strong>dados,<br />

curas y el nakaq. El valor y s<strong>en</strong>tido se da según la posibilidad o imposibilidad de ejercer<br />

reciprocidad. Todo lo que es “cultural” (referido al campo) admite la reciprocidad <strong>en</strong>tre <strong>los</strong><br />

hombres o con relación a sus dioses. En tanto que lo que no es cultural (asociado con la<br />

ciudad), no implica ningún tipo de reciprocidad <strong>en</strong> la que <strong>los</strong> runas particip<strong>en</strong>.<br />

En el mo<strong>del</strong>o de Grebe, tal cont<strong>en</strong>ido auspicia una apropiada interpretación. Si se asume el<br />

punto de vista <strong>del</strong> “protagonista” -como ella misma recalca refiri<strong>en</strong>do el carácter “émico”<br />

de su trabajo-, antes que igualar lo amado con lo sagrado y lo no amado con lo profano,<br />

sería más conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te interpretar que el aymara de Tarapacá “ama” lo que ti<strong>en</strong>e valor y es<br />

positivo para él, <strong>en</strong> tanto “lo que no ama” es lo que no ti<strong>en</strong>e valor y si lo ti<strong>en</strong>e, es negativo.<br />

115 “Dioses y hombres de Huamanga”. En Allpanchis Phuturinqa Nº 19. Op. Cit. 1982, p. 216.<br />

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