Cosmovisión, Historia y Política en los Andes - La Casa del Corregidor
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Según Lloyd, con Bacon la materia se convirtió de un compon<strong>en</strong>te incontrolable de la naturaleza<br />
-según el imaginario mítico-, <strong>en</strong> un factor domeñable por la cultura moderna. Así,<br />
asistiríamos al tránsito <strong>del</strong> poder oscuro de lo corpóreo al control de las leyes que lo explican.<br />
Bacon, como filósofo moderno, habría establecido que el conocimi<strong>en</strong>to t<strong>en</strong>dría un carácter<br />
instrum<strong>en</strong>tal para subyugar y controlar a la naturaleza. Enfatizó que ésta debía ser<br />
considerada una gran máquina, un mecanismo cognoscible y domeñable. Al respecto, sin<br />
embargo, pese a que Lloyd insiste <strong>en</strong> la cercana relación de Bacon con Platón –opinión<br />
fundada sin duda <strong>en</strong> su visión maniquea de la fi<strong>los</strong>ofía-, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de la interpretación<br />
preced<strong>en</strong>te sobre Platón, se advierte que mayor influ<strong>en</strong>cia sobre la concepción <strong>del</strong><br />
filósofo inglés, tuvo el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to aristotélico. En efecto, especialm<strong>en</strong>te cuando Bacon<br />
supone que la naturaleza ti<strong>en</strong>e una es<strong>en</strong>cia fem<strong>en</strong>ina, análoga al cuerpo; y que la ci<strong>en</strong>cia -<br />
asociada con la m<strong>en</strong>te y lo masculino-, ti<strong>en</strong>e el derecho a dominarla y poseerla, pareciera<br />
que <strong>en</strong> sus palabras se reavivaran <strong>los</strong> gestos y cont<strong>en</strong>idos de la fi<strong>los</strong>ofía de Aristóteles.<br />
En el juego de formar sectas de manera que se difer<strong>en</strong>ci<strong>en</strong>, por una parte, qui<strong>en</strong>es oprim<strong>en</strong>,<br />
mi<strong>en</strong>t<strong>en</strong>, yerran y <strong>en</strong>gañan, <strong>en</strong> oposición, por otra parte, a <strong>los</strong> inmaculados teóricos y políticos<br />
que liberan, dic<strong>en</strong> la verdad y sirv<strong>en</strong> a la humanidad, otra feminista como Hel<strong>en</strong> Longino,<br />
dice que hubo “continuidad” <strong>en</strong>tre Platón y Galileo aunque <strong>en</strong>tre ambos se dio un lapso<br />
de más de dos mil<strong>en</strong>ios 37 . Según la autora de refer<strong>en</strong>cia, tanto <strong>en</strong> el filósofo griego como <strong>en</strong><br />
el ci<strong>en</strong>tífico italiano, prevaleció el propósito de que estos intelectuales malévo<strong>los</strong> descubrieran<br />
mode<strong>los</strong> válidos e indudables. Platón lo hizo con su teoría <strong>del</strong> recuerdo de las es<strong>en</strong>cias<br />
(anámnesis) y al afirmar la exist<strong>en</strong>cia de las formas <strong>en</strong> el topos ouranios. Galileo, por su<br />
parte, supuso que a la ci<strong>en</strong>cia le correspondía fijar las leyes de la naturaleza: tal, el conocimi<strong>en</strong>to<br />
verdadero que resulta de la lectura <strong>en</strong> el gran “libro de la naturaleza”, de <strong>los</strong> principios<br />
inteligibles que la regulan y la explican.<br />
<strong>La</strong> similitud <strong>en</strong>tre ambos se confirmaría al establecer la difer<strong>en</strong>cia respecto de R<strong>en</strong>ato Descartes.<br />
En efecto, Longino cree que el filósofo francés, pese a def<strong>en</strong>der la razón, sugiere<br />
cont<strong>en</strong>idos plausibles para el feminismo: reivindica la subjetividad y el interior de la propia<br />
conci<strong>en</strong>cia. Sin embargo, no es que Galileo, como Platón a su modo, hayan t<strong>en</strong>ido el empeño<br />
de objetivar <strong>los</strong> secretos profundos de la fi<strong>los</strong>ofía y la ci<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> las definiciones dialécticas<br />
<strong>en</strong>unciadas por Sócrates o <strong>en</strong> el l<strong>en</strong>guaje formal de la matemática, debi<strong>en</strong>do considerarse<br />
ambos propósitos <strong>en</strong> oposición al subjetivismo cartesiano. Aunque el cogito de Descartes<br />
indica el interés por afirmar el interior y lo personal <strong>del</strong> sujeto cognosc<strong>en</strong>te, no hay<br />
que olvidar que esto es sólo un recurso metódico. Se trata de la duda para <strong>en</strong>unciar proposiciones<br />
metafísicas que sean inclusive más seguras y objetivas que las fórmulas matemáti-<br />
de que continúe su estatus como un ideal de racionalidad, puesto que él repres<strong>en</strong>ta también el ideal de<br />
las mujeres”. The Man of Reason. (“The Contemporary Man of Reason”, Chapter 9. Cfr. Feminism and<br />
Sci<strong>en</strong>ce, Op. Cit. p. 164).<br />
37 Véase de Hel<strong>en</strong> Longino “Can There Be a Feminist Sci<strong>en</strong>ce?”. En Wom<strong>en</strong>, Knowledge, and Reality:<br />
Explorations in Feminist Phi<strong>los</strong>ophy. Routledge, New York – London, 1996. p. 256.<br />
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