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Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A

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—¿No sería mejor que lo sacases afuera, querido? —sugirió Mamá—. ¿Dónde lo vas a tener?<br />

Dije que había pensado dividir la jaula de las Gurracas y alojar allí a Alecko. Mamá opinó que era<br />

una idea excelente. <strong>Mi</strong>entras preparaba la jaula lo até con una cuerda en la terraza, alertando por<br />

turno a cada miembro de la <strong>familia</strong> sobre su paradero.<br />

—Bueno —observó Larry en la sobremesa—, no me echéis a mi la culpa si la casa es derribada<br />

por un ciclón. Yo ya os he avisado; más no puedo hacer.<br />

—¿Por qué un ciclón, querido?<br />

—Porque los albatros siempre traen consigo el mal tiempo.<br />

—Es la primera vez que oigo llamar mal tiempo a un ciclón —observó Leslie.<br />

—Pero si son los pavos reales los que traen mala suerte, querido; cuántas veces te lo tendré que<br />

repetir —dijo Mamá en tono plañidero—. Yo lo sé, porque una tía mía llevó a casa unas plumas de<br />

la cola y se le murió la cocinera.<br />

—<strong>Mi</strong> querida madre, el albatros es mundialmente famoso como ave de mal agüero. Hasta los más<br />

curtidos lobos de mar palidecen y se desmayan si ven un albatros. Te lo advierto, cualquier noche<br />

encontraremos la chimenea cubierta de fuego de San Telmo, y antes de que podamos darnos cuenta<br />

y salir de la cama nos habrá tragado un maremoto.<br />

—Antes has dicho un ciclón —señaló Margo —Un ciclón y un maremoto —dijo Larry—,<br />

probablemente con algún toquecillo de terremoto y un par de erupciones volcánicas para redondear.<br />

Tener aquí a esa bestia es tentar a la Providencia.<br />

—Por cierto, ¿de dónde lo has sacado? —me preguntó Leslie.<br />

Expliqué mi encuentro con Kosti (omitiendo toda mención de las culebras de agua, porque toda<br />

serpiente era tabú en presencia de Leslie) y cómo él me había regalado el ave.<br />

—Nadie que esté en su sano juicio haría un regalo así —observó Larry—. ¿Y quién es ese tipo?<br />

Sin pensar, respondí que era un preso.<br />

—¿Un preso? —dijo Mamá con voz temblorosa—. ¿Qué quieres decir con eso de que es un<br />

preso?<br />

Expliqué lo de que a Kosti le dejaban ir a casa los fines de semana, por ser un miembro de<br />

confianza de la comunidad de Vido. Añadí que él y yo íbamos a ir de pesca a la mañana siguiente.<br />

—No sé si será muy prudente, querido —dijo Mamá dubitativamente—. No me agrada la idea de<br />

que vayas por ahí con un preso. Vaya usted a saber lo que habrá hecho.<br />

Indignado, dije que yo sabía perfectamente lo que había hecho: matar a su mujer.<br />

—¿Un asesino? —exclamó Mamá horrorizada—. ¿Pero qué hace ese hombre suelto por la<br />

comarca? ¿Por qué no le colgaron?<br />

—Aquí no usan la pena de muerte más que para los bandidos —explicó Leslie—; ¡te echan tres<br />

años por homicidio y cinco años si te cogen dinamitando peces.<br />

—¡Qué ridiculez! —dijo Mamá indignada— ¡En mi vida he oído nada más escandaloso!<br />

—Yo creo que demuestra un agudo sentido de la importancia de las cosas —dijo Larry—. Primero<br />

los boquerones; después, las mujeres.<br />

—De cualquier modo, no permitiré que te trates con un asesino —me dijo Mamá—. Es capaz de<br />

cortarte el cuello o algo por el estilo.<br />

Al cabo de una hora de ruegos y argumentos logré por fin que Mamá me dejase ir de pesca con<br />

Kosti, a condición de que Leslie fuera antes a conocerle. De modo que a la mañana siguiente fuimos<br />

de pesca, y cuando volvíamos con comida suficiente para tener a Alecko entretenido un par de días,

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