Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
última hora que cambiaba las agujas de posición y lanzaba nuestros minuciosos planes por una vía<br />
totalmente distinta de la esperada. Pero al cabo de los años nos habíamos acostumbrado, y gracias a<br />
eso no naufragó nuestra fiesta navideña, casi completamente invadida por los <strong>animales</strong>. Todo<br />
empezó de la manera más inocente, con unos peces rojos.<br />
Yo había capturado hacía poco tiempo, con ayuda de Kosti, al anciano galápago al que llamaba<br />
Old Plop. Parecía que la adición de tan distinguido e interesante inquilino a mi reserva de <strong>animales</strong><br />
merecía ser celebrada con algo especial. Decidí que lo más adecuado sería reorganizar mi<br />
tortuguero, que no era más que un simple barreño viejo de hojalata. Una criatura del rango de Old<br />
Plop no podía habitar tan mísera vivienda, en vista de lo cual me procuré una gran pila cuadrada de<br />
piedra (que en tiempos había servido para almacenar aceite) y procedí a decorarla artísticamente<br />
con guijarros, piedras, arena y plantas acuáticas. Una vez terminada resultaba muy naturalista, y ni<br />
los galápagos ni las culebras de agua le opusieron el menor reparo. Pero a mí no me acababa de<br />
gustar. Era ciertamente un loable esfuerzo, pero parecía faltarle algo. Después de meditarlo mucho<br />
llegué a la conclusión de que el toque final que necesitaba eran unos peces rojos. ¿Pero dónde<br />
encontrarlos? El lugar de venta más próximo era Atenas, y encargarlos de allí requeriría largo<br />
tiempo y muchas complicaciones. Yo quería que mi estanque estuviera completo para el día de la<br />
fiesta. Como sabía que la <strong>familia</strong> estaba demasiado ocupada para ocuparse de la obtención de unos<br />
peces rojos, consulté el problema a Spiro. Luego de escuchar mi pormenorizada y gráfica<br />
descripción de cómo eran aquellos peces, me dijo que mi petición le parecía irrealizable: jamás<br />
había conocido peces de esa clase en Corfú. De todos modos, él vería lo que podía hacer. Hubo un<br />
largo compás de espera, durante el cual pensé que habría olvidado el asunto, y al fin, el día antes de<br />
la fiesta, me condujo a un rincón apartado y miró en torno para asegurarse de que nadie nos estaba<br />
escuchando.<br />
—Señoritos Gerrys, me pareces que le puedos conseguir unos peces rojos—balbució roncamente<br />
—. No les digas nada a nadies. Esta tardes, cuando yo lleves a su madres al pueblo para que la<br />
peinen, se vienes usted y traes algo para meterlos.<br />
Muy emocionado ante la noticia, porque el gesto conspiratorío de Spiro prestaba un grato sabor de<br />
intriga y peligro a la adquisición de peces rojos, pasé la tarde preparando una lata en donde traerlos<br />
a casa. Spiro llegó con retraso, y Mamá y yo llevábamos ya un buen rato esperando cuando apareció<br />
el coche dando rugidos y bocinazos camino arriba, para pararse en seco con un chirrido delante de<br />
la villa.<br />
—Sientos muchos haber llegados tarde, señoras Durrells —se excusó mientras ayudaba a Mamá a<br />
entrar en el coche.<br />
—No se preocupe, Spiro. Lo único es que estábamos temiendo que hubiese usted tenido algún<br />
accidente.<br />
—¿Accidente? —dijo Spiro con desdén—. Yo nunca tengos accidentes. No, ha sido otra vez la<br />
infección.<br />
—¿Infección? —dijo Mamá asombrada.<br />
—Sí, por estas fechas siempre tengos una infección —respondió Spiro con fastidio.<br />
—¿Y por qué no consulta al médico? —sugirió Mamá.<br />
—¿Al médicos? —repitió Spiro, perplejo— ¿Para qués?<br />
—Pues para saber por qué le ocurre —señaló Mamá—. Una infección puede ser grave.<br />
—¿Graves?<br />
—Claro, si no se corta a tiempo puede ser grave.<br />
Spiro frunció el ceño y meditó un momento.<br />
—Pero es que es la infección del taxi —dijo por fin.