Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
voces para avisaros a todos —replicó Leslie, muy ofendido.<br />
—Explícame tú por qué demonios tienes que cogernos también a nos<strong>otros</strong> por sorpresa —dijo<br />
Larry.<br />
—Bueno, querido, pues toca una campanilla o lo que quieras. Pero, por favor, que no se repita...<br />
Hay que ver lo mala que me he puesto.<br />
Pero el episodio sacó a Margo del ático; como observó Mamá, no hay mal que por bien no venga.<br />
A pesar de haber reanudado sus relaciones superficiales con la <strong>familia</strong>, Margo prefería aún<br />
desahogar su destrozado corazón a solas, de modo que le dio por desaparecer durante largos<br />
períodos sin más compañía que la de los perros. Esperó a que empezaran los sirocos súbitos y<br />
violentos del otoño para decidir que el refugio ideal para su soledad era un islote situado en mitad<br />
de la bahía frente a nuestra casa, como a un kilómetro de la orilla. Un día en que su anhelo de retiro<br />
se hizo irresistible cogió el Bootle— Bumtrinket (sin mi permiso), metió en él a la jauría y partió<br />
hacia el islote a broncearse y meditar sobre el Amor.<br />
Hasta la hora del té no descubrí, con ayuda de mis prismáticos, adonde había ido a parar el bote y<br />
Margo. Llevado de mi indignación, cometí la imprudencia de informar a Mamá del paradero de<br />
Margo, señalando que no tenía por qué coger el bote sin mi permiso. ¿Quién, pregunté<br />
mordazmente, me iba a construir otro bote si el<br />
Bootle— Bumtrinket naufragaba? Entre tanto el siroco aullaba en torno a la casa como una<br />
manada de lobos, y Mamá, impulsada por lo que al principio interpreté como inquietud profunda<br />
por la suerte del Bootle—Bumtrinket, se precipitó sin aliento al piso de arriba y se asomó por la<br />
ventana de la alcoba para escudriñar la bahía con los prismáticos. Lugaretzia subió también<br />
renqueando, sollozando y retorciéndose las manos, y ambas, angustiadas y temblorosas, se<br />
dedicaron a correr de ventana en ventana oteando el mar revuelto. Mamá quiso enviar a alguien a<br />
rescatar a Margo, pero no había nadie a mano. Tuvo que contentarse, pues, con sentarse a la ventana<br />
con los prismáticos pegados a los ojos mientras Lugaretzia elevaba sus plegarias a San Spiridion y<br />
nos contaba la larga y enrevesada historia de un tío suyo que se había ahogado por un siroco igual.<br />
Afortunadamente, Mamá no le entendía más que una palabra de cada siete. Al cabo, Margo pareció<br />
comprender que era mejor volver a casa antes de que el siroco arreciase, y la vimos bajar por entre<br />
los árboles hasta donde el Bootle—Bumtrinket bailaba y tiraba de sus amarras. Pero el avance de<br />
Margo era lento y muy curioso, por no decir otra cosa: primero se cayó dos veces, y luego salió al<br />
mar a unos cincuenta metros del bote y estuvo largo rato andando en círculos, buscándolo al<br />
parecer. Al fin, atraída por los ladridos de Roger, fue dando traspiés por la orilla y lo encontró. Tuvo<br />
entonces grandes dificultades para persuadir a Widdle y Puke de que se metieran. No les importaba<br />
embarcarse con buen tiempo pero nunca habían estado en mar picado y no tenían la menor<br />
intención de estrenarse. En cuanto conseguía instalar a Widdle en el bote se volvía en busca de<br />
Puke, y cuando por fin lograba agarrarlo, Widdle saltaba otra vez a tierra. Así pasaron cierto tiempo.<br />
Al fin aprovechó un instante en que ambos perros estaban a bordo para saltar tras ellos y ponerse a<br />
remar vigorosamente durante unos minutos, antes de caer en la cuenta de que no había soltado las<br />
amarras.<br />
Mamá contempló sin respiración su avance por la bahía. El Bootle—Bumtrinket, que apenas<br />
sobresalía del agua, no siempre estaba visible, y cada vez que se eclipsaba detrás de una ola más<br />
alta que las demás, Mamá se quedaba tiesa de espanto, convencida de que el barco se había ido a<br />
pique con todos sus tripulantes. Reaparecía entonces la valerosa mancha blanca y anaranjada sobre<br />
la cresta de otra ola, y Mamá volvía a respirar. <strong>Mi</strong> hermana seguía un rumbo muy peculiar; el<br />
Bootle—Bumtrinket cambiaba constantemente de bordada según le venía en gana, a veces incluso<br />
reapareciendo sobre el oleaje con la proa hacia Albania. De vez en cuando Margo se ponía en pie<br />
con equilibrio inestable y oteaba el horizonte haciéndose visera con la mano; luego volvía a sentarse<br />
y seguía remando. Cuando por fin, más por casualidad que por otra cosa, estuvo el bote al alcance<br />
de la voz, bajamos todos al embarcadero y empezamos a vociferar instrucciones por encima del