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Mi familia y otros animales (PDF) - Trebol-A

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miembro de la <strong>familia</strong> que se había mantenido neutral. Allí tumbada, lloraba a moco tendido y leía a<br />

Tennyson; de vez en cuando hacía una pausa para consumir con apetito incólume las comilonas que<br />

yo le subía en una bandeja.<br />

* Nombre de la protagonista en la versión inglesa de La dama de las camelias (N de la T). Fin de<br />

nota.<br />

Así estuvo una semana, hasta que un incidente que vino a rematar dignamente todo el asunto<br />

sirvió también para sacarla de su reclusión. Leslie había echado en falta varias cosillas de la Vaca<br />

Marina, y sospechaba de los pescadores que de noche bogaban junto al embarcadero. Decidido a<br />

dar un escarmiento a los rateros sujetó a la ventana de su alcoba tres escopetas de cañón largo<br />

apuntadas monte abajo. Un ingenioso mecanismo de cuerdas le permitía disparar un cañón tras otro<br />

sin siquiera levantarse de la cama. Claro que la distancia era demasiado grande para producir el<br />

menor daño, pero el silbido del perdigonzazo entre los olivos y la rociada de proyectiles sobre el<br />

agua bastarían, según él, para disuadir al más osado. Tan satisfecho estaba de ser tan ingenioso que<br />

no se acordó de mencionar a nadie la construcción de su trampa contra rateros.<br />

Todos nos habíamos retirado a nuestras habitaciones. La casa estaba en silencio. Del exterior<br />

llegaba el suave chirriar de los grillos en la noche cálida. De repente hubo una rápida serie de<br />

explosiones colosales que sacudieron la casa y desataron los ladridos de todos los perros, que<br />

dormían abajo. Salí corriendo al descansillo donde reinaba el caos: los perros habían subido la<br />

escalera en pelotón para unirse a la juerga y andaban dando saltos y aullidos. Mamá, envuelta en su<br />

voluminoso camisón y con gesto despavorido, salió corriendo de su alcoba con la certeza de que<br />

Margo se había suicidado. Larry irrumpió furioso de su cuarto para saber la causa del follón, y<br />

Margo, convencida de que Peter había vuelto para llevársela con él y estaba siendo asesinado por<br />

Leslie, hurgaba en la cerradura del ático y chillaba con todas sus fuerzas.<br />

—Ha hecho una barbaridad... ha hecho una barbaridad... —gimoteaba Mamá haciendo esfuerzos<br />

frenéticos por quitarse de encima a Widdle y Puke, quienes, pensando que todo era un alegre retozo<br />

nocturno, habían atrapado el bajo de su camisón y tiraban de él entre feroces gruñidos.<br />

—Esto es el colmo... Ya ni le dejáis a uno dormir en paz... Me vais a volver loco en esta casa... —<br />

vociferaba Larry.<br />

—No le hagáis daño... dejadle... cobardes... —llegaba la voz de Margo, llorosa y atiplada,<br />

mientras trataba de abrir la puerta arañando desesperadamente el cerrojo.<br />

—Rateros... Tranquilizaos... no son más que unos rateros— gritó Leslie, abriendo la puerta de su<br />

alcoba.<br />

—Aún está viva... aún está viva... Llevaos de aquí a estos perros...<br />

—Canallas... ¿cómo os atrevéis a disparar contra él?... Abridme, abridme...<br />

—Dejad de armar escándalo; no son más que unos rateros...<br />

—Animales y explosiones todo el día, y salvas de ordenanza a las tantas de la noche... Ya está<br />

bien de extravagancias...<br />

Por fin Mamá consiguió llegar al ático, con Widdle y Puke colgados del bajo de su atavío de<br />

noche, y pálida y temblorosa abrió la puerta, encontrándose con Margo en igual estado. Tras no<br />

poca confusión, averiguamos lo que había pasado y la interpretación que le había dado cada uno.<br />

Mamá, temblando aún del susto, regañó severamente a Leslie.<br />

—No debes hacer ese tipo de cosas, hijo —señaló—. Es verdaderamente estúpido. Si piensas<br />

disparar tus escopetas, avísanos por lo menos.<br />

—Claro —dijo Larry amargamente—, podrías avisar de alguna manera, ¿no? Gritar «Allá va», o<br />

algo por el estilo.<br />

—Ya me explicaréis cómo voy a coger por sorpresa a los rateros si antes tengo que empezar a dar

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